Funeral de Estado
Los reyes refuerzan la cercanía institucional en una tarde de abrazos
Felipe VI y Letizia conversan con los familiares de las víctimas en espacios informales tanto antes como después de una ceremonia marcada por la reivindicación pero también por la empatía. En su séptima visita a la provincia de València, los monarcas han vuelto a escuchar las trágicas historias de las familias que han perdido a su ser querido.

La reina Letizia abraza a la hija de Ana María Coll, afectada en Sot de Chera, donde el Túria hundió su casa y mató a su marido y su hijo. Ella y su hija sobrevivieron. / Germán Caballero

El protocolo, ese conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos solemnes, es tanto o más poderoso cuando se aplica o cuando se rompe. Las dos circunstancias se dieron ayer en el funeral de Estado por las víctimas de la dana del 29 de octubre, con los reyes Felipe VI y Letizia como máximos representantes del Estado al ostentar la jefatura. Puede que, paradójicamente, al tratarse de una figura no elegible se haya posicionado como un puente entre las víctimas y las instituciones, en una sociedad ya de por sí dividida y, mucho más, en un momento tan sensible como el de ayer, con proclamas reiteradas contra el presidente del Consell, Carlos Mazón, y alguna más contra Pedro Sánchez. Los familiares de las víctimas se acercaron a los reyes para conversar y contar su propia tragedia como hicieron en las otras seis visitas que han realizado a la provincia de València.
Ese protocolo situaba a los monarcas en la primera fila, en el centro, situando a cada uno de sus lados a los cargos institucionales por orden de relevancia en el Estado. Al lado del rey, Pedro Sánchez, y a su lado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol. Sin embargo, al lado de la reina no había ningún cargo, pero sí estaban las verdaderas protagonistas de esta ceremonia: las afectadas por la riada. En concreto, Andrea Ferrari, Naiara Chuliá y Virginia Ortiz, familiares de víctimas de València, Bétera y Letur, se han sentado junto a Letizia, con las que ha hablado en diversos momentos del funeral.
Fue un acto lleno de energía femenina; la del consuelo, apoyo y reivindicación. Así se destila en cada fotografía donde hay un abrazo con los afectados, y hubo muchos, no solo de la reina, sino también de la delegada de gobierno, Pilar Bernabé, de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, la ministra Diana Morant, pero también la diputada Ione Belarra. Una cadena de gestos que dibujó un acto donde la empatía femenina marcó el tono de la ceremonia.

La ministra Diana Morant, la delegada de Gobierno, Pilar Bernabé y la diputada Ione Belarra, con las víctimas de la dana en el funeral de Estado. / Germán Caballero
Esa energía fue patente no solo con los gestos de cercanía de la institucionalidad, sino también con las tres representantes de víctimas que tomaron la palabra, por la valenciana Lara Síscar que condujo el acto, por la cantante de Oliva, La María, que desgarró a los asistentes con 'Mon Vetlatori' y la guitarrista que ha cerrado el acto, Anabel Montesinos. En la reivindicación, con los gritos rotos por la rabia hacia el Consell y Carlos Mazón, también fueron de madres, hermanas, tías e hijas de víctimas de la barrancada.
"He intentado ponerme en vuestro lugar e imaginar qué os puedo decir, y no existen palabras correctas, solo un sentimiento de dolor sincero que nos une a vosotros", dijo el rey, quien esperó, precisamente, "que nuestras palabras sean como un abrazo".
Emoción antes y después de la ceremonia
El protocolo, otra vez, hizo que los reyes llegaran puntuales al Museo Príncipe Felipe. Allí, tras un saludo institucional al presidente del Senado, Pedro Rollán, a la presidenta del CGPJ, Isabel Perelló, Pedro Sánchez, Carlos Mazón, Pilar Bernabé y la alcaldesa María José Catalá, entraron en un aparte de la ceremonia donde había diez familiares de víctimas y representantes de las diversas asociaciones, tanto de València como de Letur.
Allí, con Pilar Bernabé como intermediaria para presentar a cada afectado, los reyes departieron con algunas personas sobre sus casos particulares y la situación en la que se encuentran, como también tuvo oportunidad de explicar Rosa Álvarez, presidenta de la Asociación Víctimas de la Dana y una de las voces más críticas y reivindicativas con la gestión política de la emergencia.
Otra de las conversaciones que mantuvieron fue con Toñi García, la funcionaria de la Generalitat que perdió a su hija Sara, de 24 años, y su marido, Miguel Carpio, en Benetússer, cuando empezó a inundarse el municipio y bajaron a sacar sus vehículos del garaje, de donde ya no pudieron salir, mientras ella les esperaba en el balcón.
Entre las personas con las que charlaron antes de la ceremonia se encontraban las tres portavoces que pronunciarían un discurso durante el acto. En concreto, Andrea Ferrari Canut es hija de la fallecida Eva Canut, mientras que Naiara Chulià perdió a su marido, Slim, cuando salía de trabajar de una empresa en Riba-roja de Túria. Virginia Ortiz perdió a un familiar en Letur, en la provincia de Albacete. También se encontraba en el hall Carmina Gil, nuera de la fallecida Rosa Pages, Jesús Cobo, marido del director del instituto de Cheste, José Martínez Toral, que falleció en el municipio, Juan Retamino, marido de la fallecida Dolores Almansa, y Emilio Picos, hijo del fallecido Antonio Picos.

Entrega de los laureles en el monumento por las víctimas. / Germán Caballero
Los reyes han sido los encargados de entregar, junto a dos familiares afectados por la riada, la corona de laureles que han depositado sobre un monumento lleno de rosas, una por cada víctima. Los monarcas han caminado tras ellos y, una vez dispuesto, han colocado la bandera de España por encima de las hojas.
Testimonios en primera persona
Una vez finalizada la ceremonia, ha habido ocasión de nuevo de escuchar otras conmovedoras historias. En concreto, Felipe VI y Letizia se han emocionado al hablar con los padres de Izan y Rubén, los dos niños que perdieron la vida en el Mas del Jutge de Torrent mientras veían la tele en el salón. Su vivienda, junto al barranco de l'Horteta, fue arrasada con la crecida del agua, destruyendo las paredes del salón y llevándose a los pequeños con la corriente. Sus padres sobrevivieron.
Los abrazos han sido, de nuevo, reiterados. También con Ana María Coll y su hija, ambas supervivientes en Sot de Chera, que presenciaron la muerte de su marido y su hijo cuando su casa, a los pies del barranco, colapsó sobre ellos. Les pilló de improviso un tsunami que hundió la vivienda con ellos dentro y cayeron al vacío. Sobre su hijo cayó una viga que le mató en el acto. Ella y su hija han podido saludar a los reyes y Letizia se ha fundido en un abrazo con la pequeña, en una imagen que queda como una de las más significativas de la jornada.
Visitas reiteradas y gestos simbólicos
El funeral de Estado es la séptima ocasión en que los monarcas visitan la provincia de València. De nuevo, con un protocolo y una agenda institucional tan estudiada y medida, no deja de sorprender esta presencia constante por parte de la corona como un gesto por mantener vivo el compromiso con los damnificados.
La primera visita se produjo el 3 de noviembre y fue uno de los actos más delicados a los que se ha enfrentado Casa Real. Fue en Paiporta y el malestar, decepción y rabia de los vecinos fue patente con gritos y agresiones. La reacción de ambos -quedarse y dialogar con los que fueron- hizo que se granjearan un respeto de la sociedad civil de forma espontánea como nunca antes se había conseguido de forma premeditada.

Disturbios en Paiporta durante la visita de los reyes, Sánchez y Mazón / Germán Caballero
Dos semanas después, el 19 de noviembre, regresaron a los municipios que no pudieron visitar semanas antes. Chiva, Utiel y Letur fueron los pueblos elegidos para la visita real, donde el ambiente fue más sereno y la cercanía, de nuevo, la clave del viaje. Más tarde, el 9 de diciembre, se reencontrarían con ellos en la misa funeral de la Catedral de València.
El 22 de diciembre sorprendieron a todos a las puertas de Navidad cuando aparecieron junto a Leonor y Sofía en Catarroja, Picanya y Alaquàs, donde mostraron su voluntad de enseñar a sus hijas el desastre y que pudieran verlo con sus propios ojos. El último desplazamiento a València fue el 12 de marzo en un encuentro con agentes sociales en la sede de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana.
Ese hilo de visitas, desde la primera en Paiporta hasta el funeral de Estado, traza la reconstrucción no solo material de la tragedia, sino también la emocional, de un país que se reconoce en sus heridas.

La María estremece con sus 'espinetes al cor'
Uno de los momentos más emotivos de la jornada ha sido la actuación de la cantante de Oliva, María Bertomeu, conocida artísticamente como La María, que ha interpretado 'Mont vetlatori', una de sus canciones más aclamadas por la sensibilidad, delicadeza y su voz desgarradora.
La canción, que representa su propio entierro y su renacer, fue acogida por el público tras su paso por el programa de 'La Revuelta' pocos días después de la dana, lo que promovió que la canción adoptara un nuevo significado, relacionado con el renacer tras el desastre tras la riada.
En la interpretación durante el funeral de Estado ha sido estremecedora y se ha producido después de la lectura de los 237 nombres de personas fallecidas en la Comunitat Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía durante la dana.
"Hi ha estreles al cel que ploren esperant, esperant el teu compa's. A la plaça ploren que t'han vist somiar... Espinetes al cor', ha cantado La María frente a las familias de las víctimas y un monumento en memoria de los fallecidos con 237 rosas blancas.
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