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Rectificar pronósticos

Imagen del martes pasado del satélite METEOSAT.

Imagen del martes pasado del satélite METEOSAT. / AEMET

Enrique Moltó

El que no esté muy habituado a leer mapas del tiempo, hoy en día modelos matemáticos traducidos en gráficas y mapas, puede pensar que hay algo de mágico, incluso de caprichoso, en eso de hacer pronósticos. Incluso hay quien hace creer que consulta no sé qué fenómenos paranormales para llegar a predecir el tiempo. Nada más lejos de la realidad, como pudimos comprobar esta misma semana. Los que vivimos cerca del Mediterráneo nos prometíamos una semana tranquila, llena de frentes atlánticos que riegan la cara oeste de la Península y llegan desgastados hacia nosotros. Mas o menos de repente, el martes, algunos modelos, no todos, empezaron a marcar para el jueves una pequeña baja mediterránea empujando durante unas horas vientos marítimos que iban a confluir con la inestabilidad traída por los frentes. En ese contexto, algunos de los que intentamos hacer previsiones veíamos que esa confluencia se iba viendo sobre la ciudad de Valencia, sobre la Marina Alta e incluso sobre la turística ciudad de Benidorm. El resultado eran acumulaciones que podían superar los 100 mm puntualmente durante esas pocas horas. En ese contexto, con lo que se veía el miércoles por la mañana e incluso al mediodía cabía pronosticar posibles tormentas el jueves por la mañana, especialmente en la confluencia de las provincias de Alicante y Valencia. Todos sabíamos que era una de esas previsiones cogidas con pinzas, pero la realidad era incontestable, hasta el punto de que Aemet acabó decretando con acierto, con lo que se veía, un aviso amarillo en el Litoral Norte de Alicante y el Litoral Sur de Valencia. El caso es que ya el miércoles por la noche los modelos deshicieron toda posibilidad de lluvia y la dejaron en ese espacio marítimo entre Denia e Ibiza que no afecta a nadie. Ya era tarde para rectificar los pronósticos hechos la mañana y el mediodía del miércoles. No obstante, esa misma mañana muchos ya dijimos que el pronóstico había cambiado de forma radical y que ni siquiera iba a haber nubes. Mi sorpresa fue ver como algunos medios mal asesorados mantuvieron erróneamente una previsión de tormentas que ya no iban a caer y que la propia Aemet tardara quizás demasiado en quitar ese aviso amarillo. Hemos de ser conscientes de que en algunos casos es al revés, y que lo que se espera estable, por kilómetros se vuelve tormentoso. Rectificar es de sabios, pero tal vez hay que hacerlo un poco más rápido. También es necesario que la opinión pública entienda que esto de predecir el tiempo es así.

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