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Víctimas de la dana: "Blas se ahogó y tuvimos sus cenizas en casa un montón de días"

El cementerio de Sedaví recibe a cientos de familiares un año después de quedar arrasado por la riada y «con mucho dolor» presente por la tragedia

La hermana de Blas Muñoz Arevalo,que murió ahogado en Sedaví, ante su lápida.

La hermana de Blas Muñoz Arevalo,que murió ahogado en Sedaví, ante su lápida. / Eduardo Ripoll

Ramón Ferrando

Ramón Ferrando

València

Sedaví trató ayer de recuperar la normalidad en la celebración de Todos los Santos un año después de que la riada provocada por la Dana arrasara el cementerio. El agua alcanzó una altura de tres metros en algunos puntos y destrozó nichos. Los familiares de los fallecidos que descansan en el camposanto de Sedaví pudieron visitar los restos de sus seres queridos para honrar su memoria a diferencia de lo que ocurrió el año pasado. «El sentimiento en el pueblo todavía es de mucho dolor», lamentó la sedaviense Vicenta Manzaneras.

El cementerio de Sedaví, que tiene la catalogación de Bien de Relevancia Local, fue sin duda el más afectado por la riada. Su ubicación en la parte baja de la localidad le hizo llegar a estar cubierto, en una gran parte, bajo tres metros de agua. Dos coches acabaron en su interior y la ermita quedó destrozada. La peor parte se la llevó el ala vieja, declarada en ruina, que debe ser derribada y reconstruida.

Nueve fallecidos

En Sedaví murieron nueve vecinos por la dana que pudieron recibir sepultura en la parte más alta del camposanto (la nueva) donde el agua «solo» llegó a los 70 centímetros. Blas Muñoz Arévalo fue uno de esos nueve vecinos. «Mi cuñado Blas se ahogó en su casa, lo incineramos y no lo pudimos traer al cementerio porque estaba cerrado. Tuvimos las cenizas un montón de tiempo en nuestra casa», lamentó Aurora Caballero. La mujer explicó que vivía en una planta baja en el Parque Alcosa. «Blas tenía 58 años y murió solo el pobre. No pudo salir de casa», detalló.

Sección séptima

El impacto del agua provocó la caída de la sección séptima del camposanto por lo que el Ayuntamiento de Sedaví limpió lo antes posible la zona nueva con los operarios de la brigada y los soldados de la Unidad Militar de Emergencias para poder hacer entierros. El cementerio pudo reabrir a finales de abril. Los trabajadores tuvieron que «quitar las lápidas, sacar los restos con todo el cuidado del mundo, ponerlos en una fosa común y clasificarlos para que los parientes pudieran recuperarlos y volverlos a poner en su sitio», según detalló Javier Pérez, concejal de Cementerios de Sedaví.

A la derecha, lonas que tapan la sección más dañadas del cementerio.

A la derecha, lonas que tapan la sección más dañadas del cementerio. / Eduardo Ripoll

Entrada principal

La puerta principal del cementerio, que también es Bien de Relevancia Local, se ha vuelto a reabrir. En esta entrada se han colocado dos placas que recuerdan en valenciano hasta donde llegó la riada el 29 de octubre de 2024. Una corona fúnebre homenajeaba ayer en este acceso «la memoria de los vecinos de Sedaví víctimas de la dana» junto a una estancia con decenas de velas. La sedaviense Avelina Cañaveras fue una de las personas que llevó una vela para recordar a los fallecidos. «Ha sido muy duro», lamentó.

Avelina Cañaveras tiene enterrados en el cementerio a su marido sus padres y una hermana. Suele acudir desde hace años todas las semanas, pero tras el 29 de octubre no pudo salir de casa durante dos meses. «Yo vivo en un tercero y me pilló en casa. Tardé tanto tiempo en salir porque se rompió el ascensor», explicó. Avelina señaló que la primera vez que volvió al cementerio «estaba hecho polvo con restos de ataúdes tirados. La lápida de mi marido tenía cuatro dedos de barro. Ahora el Ayuntamiento lo ha limpiado y está bien».

Avelina Cañaveras colocó una de las velas de homenaje a las víctimas.

Avelina Cañaveras colocó una de las velas de homenaje a las víctimas. / Eduardo Ripoll

«Lápida a lápida»

Los cuatro operarios del cementerio limpiaron «lápida a lápida (2.500) con todo el cariño del mundo para que no se desprendieran ni las letras, ni la historia, ni nada», algo que llevó «bastante tiempo». «Lo tuvimos que hacer nosotros porque el Ejército hacía las cosas grandes no las pequeñas», describió el edil Javier Pérez.

Algunas lápidas permanecen rotas. Es el caso de la de los suegros de María Ángeles Ortí, una lápida esculpida por el escultor sedaviense Amadeo Ruiz Olmos (autor del panteón de Manolete). «La lápida está rota por la fuerza del agua», María Ángeles Ortí. Su hija, María Ángeles Casabó, subrayó que pese a los daños en la lápida de sus abuelos el cementerio que «estaba destrozado» ahora se encuentra bien. «El cementerio está igual que siempre y eso es mérito del pueblo», destacó Casabó. Madre e hija fueron también a visitar la tumba del padre de familia, que está en una zona más alta del cementerio de Sedaví. «Hace un año lo vivimos con mucha tristeza por los fallecidos. Este año vemos como una recuperación», apuntaron.

María Ángeles Ortí ante la lápida de sus suegros rota por la fuerza del agua.

María Ángeles Ortí ante la lápida de sus suegros rota por la fuerza del agua. / Eduardo Ripoll

Reparación

Todos los visitantes coincidieron en que el cementerio está bastante bien, salvo la sección séptima que fue la que más daños sufrió. Esta sección se encuentra tapada por lonas. La reparación de «lavado de cara» realizado hasta ahora se ha afrontado con fondos municipales mientras que la mayor inversión -la reconstrucción de la sección séptima y la capilla- se hará con fondos del Estado.

Daños psicológicos

Manoli Gómez, que fue a honrar las tumbas de sus padres y sus suegros, lamentó que psicológicamente la recuperación todavía está lejos. «Tenemos que volver a la normalidad, pero va a costar. Yo vivo en un primero en la avenida de Madrid (de Sedaví). Por muchos años que vivamos no podremos olvidar esto porque lo pasamos muy mal. Yo he necesitado ir al psicólogo. Venir aquí es recuperar algo la normalidad», afirmó.

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