Capitolina Díaz, Premio Nacional de Sociología 2025: "La brecha de los cuidados es la madre de todas las brechas"
La catedrática de Sociología, Capitolina Díaz, explica que el feminismo "necesita de la alianza de los hombres" de puertas para adentro. "La mujer puede que ya no le planche la camisa a su marido, pero le recuerda que le toca la vacuna o que es el cumpleaños de su madre", afirma.

VALENCIA. VLC.Capitolina Díaz, premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2025 / Fernando Bustamante / LEV

Capitolina Díaz Martínez es catedrática de Sociología de la Universitat de València y desde hace una semana no para de sonreir. Tras una trayectoria profesional centrada en el estudio de las desigualdades de género ha sido reconocida con el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2025, otorgado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), por su contribución a la promoción y el estímulo de la investigación social aplicada. Levante-EMV la entrevista en su casa en una conversación pausada, de lenguaje llano y accesible que asegura que ha sido su método de comunicación desde que estudiara educación infantil. No se guarda nada y asegura que eligió investigar el género y situarse "en los márgenes", impulsada por la conciencia que se despertó siendo adolescente ante las desigualdades entre hombres y mujeres. Defiende una alianza masculina para superar la brecha de cuidados y recalca el peligro de la pérdida de derechos adquiridos ante el avance de posturas de ultraderecha.
La ciencia ya no es solo cosa de hombres pero, aún así, las científicas españolas siguen siendo invisibles ¿Por qué aún estamos en ese punto?
Las mujeres siempre estamos en segundo plano, nunca en el en el foco de la investigación. En mujeres y ciencia se ha intentado trabajar mucho porque las mujeres estamos siempre ocultas, siempre escondidas. Hay grandísimas científicas españolas y a de hoy son auténticas desconocidas. Responder al porqué es muy difícil. La respuesta rápida es porque vivimos en sociedades de supremacía masculina y los varones son mejores que las mujeres, en todo. Y así, tanto las mujeres como los hombres entendemos que para cualquier cuestión intelectual los hombres valen más. Hay investigaciones numerosas que muestran eso, hay evidencias probadas. Así, vivimos en ese tipo de sociedad de supremacía masculina, lo que mucha gente suele decir patriarcado. Nos avergüenza una sociedad de supremacía blanca, pues debería empezar a avergonzarnos una sociedad de supremacía masculina.
¿Y la respuesta más pausada o explicativa? La intentaré resumir lo mejor posible
La respuesta más compleja pasa por explicar dos fenómenos que operan muy fuertemente y a los que yo les he acuñado unos nombres. Uno es 'gineagnosia' (gine=mujer + agnosia). Hay una afección neurológica llamada agnosia visual que consiste en que sin tener afectada la visión, no se ve, no se reconoce, lo que se tiene delante. Las mujeres estamos en todas las carreras y trabajamos en cualquier profesión. Sin embargo, cuando vemos a una mujer, no la vemos con esas capacidades, no la reconocemos con esas capacidades. En la ciencia nos pasa lo mismo, las mujeres están ahí, pero en principio no les reconocemos tanto valor como a los hombres. En clase yo ponía una imagen de un chico mirando a una chica científica (con su bata, sus herramientas de ciencia y muy guapa) y un bocadillo en la imagen de él que la visualizaba como la madre de sus hijos. Así opera la gineagnosia: el hombre reconoce a una científica, pero lo que ve en realidad es a la chica con la que quiere formar una familia, la sexualización de la mujer. Y es por ese mismo motivo por el que a menudo juzgamos a las mujeres públicas por su indumentaria, constantemente. Y el otro fenómeno que opera en la sociedad de supremacía masculina es el concepto de 'histéresis' que es un concepto que hemos tomado de la física, de la histéresis magnética, que es que cuando el metal lo pones en un campo magnético, el metal se magnetiza y luego, aunque retires el campo magnético, el metal sigue magnetizado. Pues si lo extrapolamos al mundo social y del género, pasa algo parecido. Como las mujeres hemos vivido subyugadas, subeditadas... no íbamos a la escuela, hasta 1910 las mujeres no tuvieron pleno derecho de ir a la universidad en España, el sufragio femenino es de hace dos días... Tenemos un pasado tan grande en el que las mujeres no estaban y menos aún las mujeres de ciencia. Tenemos leyes de igualdad que dicen que nos tienen que tratar igual que a los hombres, pero tenemos ese magnetismo del pasado, esa histéresis que dice que a las mujeres no se las trata igual. Es como una rémora, una obsolescencia que llevamos ahí en nuestro ADN social. Yo manejo esos dos conceptos, que tienen mucho que ver entre sí, y creo que son los que explican que las mujeres de ciencia, que hay muchísimas y buenísimas, sigan siendo a día de hoy invisibles.
Desde esa perspectiva ¿en qué punto está el feminismo?
Yo soy soy de natural optimista en términos generales y respecto al feminismo también soy optimista. La situación ha cambiado muchísimo, para mejor. Cada vez tenemos más aliados entre los hombres y el cambio en las leyes ya está conseguido. Tenemos grandes leyes, pero aún quedan muchas por desarrollar. Las leyes deben ir unidas a un presupuesto, pero sobre todo debe haber un rendimiento de cuentas. Es muy importante tener procedimientos de seguimiento y de rendimiento de cuentas. Por ejemplo: si sabemos que hay pocas mujeres en informática y pocos hombres en trabajo social, se pone matrícula gratuita en esos dos casos y luego se mide. ¿Cuántas mujeres se han matriculado en informática, y cuantos hombres en trabajo social? Ese tipo de medidas. Entonces podríamos hablar de que realmente el país tiene políticas de igualdad, no tiene leyes de igualdad.
¿Necesita el feminismo a los hombres?
Sí, el feminismo necesita muchísimo ser entendido por los hombres. Que nuestros compañeros hombres nos reconozcan y nos valoren igual, da tranquilidad porque no tienes que seguir luchando para demostrar cuán buena eres todo el día, porque simplemente eres como ellos que te admiten como igual en la profesión. Es un descanso grande no tener que mostrar que hay que hacer cosas extraordinarias solo por ser mujer. Esa es la primera parte. Pero luego, necesitamos la alianza de nuestras parejas. Cuando somos parejas heterosexuales, en nuestra relación doméstica, familiar, amorosa... se produce el mayor daño y la mayor discriminación posible. Porque los hombres, por regla general, excepto estos aliados, no se han acostumbrado a hacer la parte que les corresponde, la parte de los cuidados. A lo mejor su mujer ya no tiene que plancharle la camisa, pero sí le recuerda que tiene que ponerse la vacuna o que es el cumpleaños de su madre.
Lo que se llama la carga mental...
Es que es donde más alianza necesitamos. Cuando hemos hecho investigaciones con parejas heterosexuales, la carga mental, es decir, el esfuerzo de pensar las cosas de la familia es lo que más cansa, agobia y reduce las posibilidades de las mujeres. Todas explican eso. Nunca encuentras un hombre que explique eso. Necesitamos esa alianza para que dentro de casa, de puertas adentro, realmente seamos iguales. Para que de puertas adentro los hombres tengan conciencia de que no pueden explotar a sus mujeres, de que todo lo que hacen como pareja es responsabilidad de los dos. La brecha de cuidados es, en mi opinión, la madre de todas las brechas, todas las que vienen después (la del reconocimiento profesional, la de la salarial, la deportiva, la de premios...) descansan en la brecha de los cuidados, que absorbe el tiempo de la mujeres,
¿Es la maternidad un freno para las mujeres y la igualdad?
Los hombres en conjunto tienen una deuda, es decir, un déficit de cuidados que es millonario. La maternidad sí que es un freno, sí que es un handicap. Pero no es exactamente la maternidad, es porque los hombres no se ocupan de la crianza de manera equivalente a cómo se ocupan las mujeres. De nuevo, la brecha de los cuidados.
Y mientras hablamos de avanzar en igualdad tenemos a una ultraderecha que sí avanza a paso firme. ¿Se pueden perder derechos adquiridos?
Podemos perderlos, claro que sí. Y es tremendo. No estamos hablando de derechos especiales de las personas de Valencia o del área rural. Son derechos humanos que corresponden a toda la humanidad y que ha costado mucho alcanzarlos y se están cuestionando. Es que quieren volver a a situaciones de exclusivo privilegio masculino y de dominio de los hombres acerca de lo que las mujeres pueden o no hacer. Esto es enormemente peligroso. Las mujeres, y los hombres decentes y dignos, no tenemos que dejar pasar ni una porque no tienen límites. Hay que centrarse en políticas de juventud real para que su mensaje no cale en los jóvenes.
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