Carmina Gil: "En las horas de terror, los mayores se vieron vulnerables, solos y resignados ante una muerte segura"
Esta compareciente en la comisión de investigación del Congreso de los Diputados perdió a su suegra, Rosa, de 92 años, que vivía en un centro de mayores en Picanya en primera línea de barranco

Redacción Levante-EMV

Cuando Rosa todavía estaba viva, el 29 de octubre de 2024, pudo haber recibido tres mensajes que nunca entraron a tiempo en su móvil. El primero, el ES-Alert, tardío, como ha acreditado la jueza de la dana, al ser vecina de la zona cero. El segundo, por el protocolo de emergencia específico para centros de mayores de titularidad público, porque vivía en uno de ellos, en Picanya. El tercero, la alerta de un servicio de teleasistencia que de nada sirvió a los usuarios como Rosa, que tenía 92 años. Su nuera, Carmina Gil, lo ha detallado así entre lágrimas pero con claridad en la comisión de investigación de la dana en el Congreso de los Diputados en la que este martes se escucha el testimonio de cinco familiares de víctimas mortales del 29-O.
“Si hubiera recibido esos mensajes, hoy Rosa estaría con nosotros”, ha destacado Carmina. Para ella, Rosa era más que una suegra: era la persona que le había cuidado como a una hija, que le había dado de comer y que le había ayudado a bañarse cuando un ictus la inmovilizó durante largo tiempo. La define como “una persona llena de amor y esperanza”. “Aunque su voz ya no pueda sonar, hoy resuena la mía: no pedimos compasión, pedimos verdad; no queremos minutos de silencio, pedimos responsabilidad, que las víctimas sean un recordatorio de lo que nunca, nunca debe volver a pasar”, ha defendido.
El “fracaso absoluto” de la teleasistencia
Rosa, su suegra, falleció “de una manera que no merecía”. Había vivido “una vida como cualquiera de su tiempo, con sus momentos felices, otros no tanto”. “Pero siempre salió adelante, con valentía. y junto a su familia”, ha destacado Carmina. Esta mujer alegre amigable, cariñosa y profundamente enamorada de los suyos, como la define su nuera, estaba profundamente “orgullosa” de sus hijos y nietos. Con sus bisnietos “se derretía”.
En “excelente estado físico y mental para su edad”, Rosa vivía “feliz en un entorno idílico”, un centro de mayores de Picanya en primera línea de barranco, donde cada persona mayor, todas autónomas, tenían una casita con su propia planta baja. Fue el epicentro, durante la dana, de una demostración tráfica: la del “fracaso absoluto del sistema de teleasistencia durante la emergencia”.
“La teleasistencia es un servicio diseñado para proteger a las personas mayores, dependientes o en situación de riesgo que no funcionó”, ha defendido Carmina Gil. A consecuencia, las personas más vulnerables murieron “atrapadas, solas y de la forma más terrible”. Debieron ser avisadas por varias vías: por las generales pero también por las específicas para personas vulnerables o mayores. Ninguna de ellas se activó a tiempo. Los mayores como Rosa “se vieron vulnerables, solos y resignados ante una muerte segura”. Además, murieron preocupados por sus hijos, por si iban a ayudarles y el agua se los llevaba a ellos también.

Carmina Gil en la comisión de la dana en el Congreso de los Diputados / Redacción Levante-EMV
“Debieron asegurar la integridad de los mayores”
Gil ha apuntado a la responsabilidad no solo del president del Consell, Carlos Mazón, sino también de la Vicepresidencia y Conselleria de Servicios Sociales que dirige Susana Camarero. “Debieron aplicar sus propios planes emergencia, asegurar la integridad de los usuarios, coordinar con Protección Civil la posibilidad de trasladarlos, pero no asumieron el liderazgo que corresponde”, ha denunciado.
En este sentido, ha considerado que la dana “fue un fenómeno natural”, pero “la catástrofe social y humana fue consecuencia de la negligencia política”. “Lo que faltó fue dirección, coordinación y responsabilidad”, ha defendido.
“Por favor, un helicóptero, sáquenla de aquí”
Carmina ha reconstruido cómo vivieron ella y su familia la fatídica tarde y noche del 29 de octubre, una sucesión de peticiones de ayuda desesperadas que no fueron atendidas: “Por favor, un helicóptero, sáquenla de allí. Lo sentimos y pasaremos su aviso. El número marcado no existe. No tenemos información, llame al 112. Las lineas están ocupadas, inténtelo más tarde. Teléfono de desaparecidos: el número marcado no existe”. Y así, ha dicho, “madres intentando salvar a sus hijos, mujeres a sus maridos, maridos a sus mujeres”. Nueras, como Carmina, a sus suegras.
Por eso, Gil ha agradecido que la comisión acoja sus comparecencias: “Era necesario para comprender la magnitud de este desastre político y humano contar con la voz de quienes más lo sufrimos, los familiares de las víctimas mortales”. Por eso, también, ha querido contar ante los diputados cómo murió Rosa, su suegra, su otra madre. “En nombre de mi familia y de muchas otras que padecieron la pérdida de quienes fueron abandonados a su suerte mientras las instituciones que debían protegerlos miraban hacia otro lado”, ha concluido.
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