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Lecciones pendientes tras un año de la DANA

La meteoróloga de À Punt Victoria Roselló, que ha sido degradada de su puesto de trabajo por informar

La meteoróloga de À Punt Victoria Roselló, que ha sido degradada de su puesto de trabajo por informar / À Punt

Natacha Payá

El 29 de octubre marca un punto de inflexión muy amargo en nuestra memoria reciente. Se ha cumplido un año del fatídico episodio de lluvia torrencial más devastador y trágico que ha golpeado España en lo que va de siglo.

Lo ocurrido entre el 28 de octubre y el 4 de noviembre de 2024 fue una combinación de factores meteorológicos. Una Depresión Aislada a Niveles Altos (DANA) que se mantuvo estancada en el golfo de Cádiz, afectando al arco mediterráneo y a zonas limítrofes del interior peninsular. La intensidad brutal y, sobre todo, la persistencia de las lluvias saturaron

el terreno, provocando el desbordamiento incontrolado de ríos y ramblas.

La magnitud del desastre fue tal que las lluvias anegaron zonas habitadas, dejando a cientos de personas en la calle. No es casualidad que el evento se haya bautizado como «la peor DANA», puesto que las cifras son escalofriantes: 229 víctimas en el territorio valenciano y un registro de lluvia que rompió récords.

Actualmente, ha habido cambios a la hora de pronosticar una DANA. Precisamente, para evitar que cada mención a una DANA genere alarma injustificada, se ha impulsado un cambio crucial en la manera de comunicar.

A partir de ahora, solo se asignará un nombre propio, al igual que se hace con las borrascas de gran impacto, a aquellas danas que posean un potencial meteorológico adverso y verdaderamente significativo, como pasó con la primera: Alice.

El objetivo es claro: diferenciar y mejorar la comunicación haciendo entender a la población que no toda bolsa de aire frío es sinónimo de catástrofe. El impacto de una depende siempre de factores como la trayectoria, la humedad y la orografía.

En este contexto, es fundamental defender el rigor y la independencia de la información. Es muy triste, y una pésima señal, que recientemente la meteoróloga Victoria Rosselló haya sido degradada de su puesto en la televisión autonómica. Casos como este recuerdan lo valiosa que es la verdad, especialmente en un campo tan delicado y con consecuencias tan reales como el pronóstico del tiempo

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