Pere Rostoll, Alicante

El grupo municipal socialista de Alicante quedó ayer al borde de la fractura después de que se consumara, con el guión previsto, la elección de Manuel de Barros como nuevo portavoz en el Ayuntamiento de Alicante y la destitución de Blas Bernal que, junto con Ángel Franco, no reconocen a la nueva dirección socialista en el consistorio. Bernal, que rechazó dimitir y se limitó a poner su cargo a disposición de la gestora, y el ex senador entienden que la mayoría del grupo, formada por ocho concejales, convocó una reunión de forma ilegal y apelan a la decisión del propio ayuntamiento, controlado por un Alperi que defendió a Bernal, que ahora debe tramitar el nombramiento de forma oficial. Pese a ello, la gestora, en un comunicado, reconoció la legalidad de la elección de De Barros.

Tras una mañana plena de tensión y de presiones de la cúpula del PSPV para evitar una nueva sangría interna, a las 12,50 horas ocho de los doce concejales socialistas, con Manuel de Barros al frente y con el aval explícito del presidente de la gestora, Antonio García Miralles, registraban la petición para celebrar una reunión apenas diez minutos más tarde con el objetivo de relevar a Blas Bernal y designar a De Barros para sustituirlo. La decisión dejaba por completo fuera de juego a Franco y al hasta ayer portavoz que, en una última pirueta para alargar la agonía, volvía a rechazar la dimisión e intentaba trasladar la decisión a la gestora provisional. Y lo hizo contando con menos apoyo que nunca. Sólo Luis Almarcha dio respaldo al tándem. María Dolores Rodríguez, la otra edil que en teoría les apoyaba, se marchó a Valencia para atender, oficialmente, un asunto familiar. «Pongo mi cargo a disposición de la gestora. El partido me eligió y es quién me tiene que destituir», apuntó Blas Bernal que se ha pasado meses invocando la autonomía del grupo municipal para justificar el voto favorable a Rabasa pero que ayer, en un intento de frenar a los ocho ediles que le iban a relevar momentos después, encomendó la decisión sobre su futuro al partido desobedeciendo las órdenes del secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, que le había emplazado a que fuera el grupo el que decidiera sobre su continuidad. «A nadie se le escapa que existen discrepancias entre la actual dirección del grupo y el partido, que encabeza Antonio García Miralles, discrepancias que están suponiendo un desgaste innecesario», apuntó un Bernal que defendió su «lealtad al partido» y su «dignidad» en una comparecencia en la que no aceptó preguntas. Blas Bernal salió del despacho sólo junto a Franco y Almarcha rechazando, de esa manera, participar en la reunión convocada por el resto de ediles para destituirle. Ninguno de los tres habló, de momento, de la posibilidad de irse al grupo mixto.

Apenas un cuarto de hora más tarde, Manuel de Barros se presentó arropado, tal y como estaba previsto, por los concejales Domingo Martín, que será con toda probabilidad el adjunto; Vicente Ronda, Luis Briñas, Jorge Espí, Teresa de Nova, Antonia Graells y Pilar Pérez. De Barros definió la destitución de Bernal como «una perdida de confianza». La ejecutiva de Pla, por su parte, quiere que sea la gestora la que asuma todo el coste político del relevo de Bernal.