Desde el desembarco del Gobierno de Zapatero, de un color político distinto al de Ayuntamiento de Valencia y Generalitat, las relaciones entre administraciones se tensaron. El Gobierno obligó a modificar la composición del consorcio y trató de hacer valer su condición de principal pagador de las obras. La alcaldesa Barberá contrarrestó estos intentos con otra campaña en la que sostenía que el Ejecutivo no ponía dinero, sólo un préstamo del ICO.

Cuando comenzaron las negociaciones para la 33 edición las tres administraciones limaron asperezas con un objetivo común: lograr que la Copa del América se quedara dos años más en Valencia y en España. Estas conversaciones se iniciaron nada más vencer el Alinghi el 3 de julio, antes incluso. También desde el punto de vista deportivo se dio el primer paso: el Náutico Español firma el protocolo de primer desafiante, luego recurrido por el club del BMW Oracle.

Todo pinta bien. La decisión de celebrar la regata en 2009 y no en 2011 hacía imposible que ninguna otra ciudad tuviese a tiempo las instalaciones. Sin embargo, el 12 de julio Bertarelli se reúne con Romano Prodi, primer ministro de Italia, y saltan las alarmas. Además, ACM empieza a mostrar recelos respecto a la ampliación del Puerto y la Fórmula 1.

Tras muchas horas de negociación más o menos secreta, Barberá insinúa un inminente acuerdo. Pero es el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien logra la foto al reunirse con Bertarelli en Moncloa el lunes pasado. Al día siguiente, con la ministra Salgado se cierra el preacuerdo que ayer se hizo público.