Pilar G. del Burgo, Valencia

Como cualquier día, Antonio recogió la carta del buzón y la dejó en su casa sin mirarla. «No me fijé en nada más -afirma-y fue mi mujer la que me llamó y me preguntó: ¿Has visto a nombre de quién va la factura del gas ».

El esposo no daba crédito al relato de su mujer y le pidió que le acercara el recibo al trabajo para cerciorarse con sus propios ojos de que la factura número FH70617017, fechada el 27 de noviembre de 2007, había sido expedida al abonado con ambos insultos en lugar del primero y segundo apellido.

Antes de desplazarse ayer al juzgado de guardia de Valencia para presentar una denuncia contra la compañía de gas por injurias y manipulación de datos confidenciales, Antonio comentó el caso con sus vecinos por si alguno había recibido alguna carta con errores similares.

«No está bien de la cabeza»

A la pregunta de si sospecha de algún trabajador de la compañía que le pudiera tener ojeriza o manía por algo, Antonio responde: «No, no tengo ni idea de quién ha podido ser, no conozco a nadie; creo que me ha tocado a mí como le podía haber tocado a otro, y pienso que el que lo ha hecho o está buscando que le despidan o está mal de la cabeza».

Para descartar que la tomadura de pelo de cambiarle los apellidos pudiera deberse a alguna vendetta o rencilla por una posible reclamación, el usuario asegura que jamás ha presentado queja alguna contra la empresa de gas y que hasta éste, todos los recibos eran correctos.

Además de ser el primero en reirse de tan pesada broma, el denunciante caviló que la persona que le había adjudicado tan infames apellidos tenía acceso a todos sus datos personales: cuenta corriente, DNI, domicilio... y el temor a que pudiera manipularlos o utilizarlos para otro fin le llevó a interponer la denuncia, aconsejado también por el sacerdote de la parroquia San Jerónimo de Valencia, donde Antonio trabaja como administrativo.

Tanto los funcionarios de Consumo como los del juzgado de guardia a los que consultó antes de formalizar la denuncia hicieron circular el documento con los apellidos por las respectivas oficinas y no pudieron evitar reirse, expresa Antonio.

«Yo aún me rio -agrega-, pero no es para reirse porque puede ser que un tío sonado esté manipulando mis datos».

Por otra parte, la primera telefonista de gasNatural con la que habló ayer este periódico y comprobó que la existencia de los apellidos insultantes en la factura era cierta respondió: «¡Qué increíble!» y le pasó la llamada a otra operadora que v olvió a confirmar el hecho a este periódico: «Sí, es cierto y pedimos disculpas».

La misma empleada agregó que se iban a hacer las «comprobaciones pertinentes del incidente, que por parte de gasNatural no se tiene por qué dar». La trabajadora reconoció: «Somos los primeros que nos hemos quedado sorprendidos al verlo».