Un joven estudiante, con gafas, que lo sabe todo y que saca muy buenas notas. Puede que esta sea la foto que se le viene a la cabeza cuando le preguntan cómo es una persona superdotada. Ahora, traslade esa misma imagen a la de un niño de Educación Primaria. Es únicamente un estereotipo que poco tiene que ver con la realidad. 

Así lo confirma Luz Bueno, psicóloga dedicada a la formación en centros docentes y atención a familias y miembro de la Asociación Valenciana de Apoyo a las Altas Capacidades (AVAST). «Te tienes que olvidar de la imagen mental que tienes», apunta. En realidad, explica, «no hay una única definición [...] hay muchos mitos alrededor de este colectivo y acaba ciñéndose únicamente al cociente intelectual (CI)». Por ofrecer un perfil más aproximado, Jon Asensi, psicólogo sanitario dedicado a la infancia y la adolescencia, señala que estas personas presentan «una serie de habilidades y cualidades remarcables» como «una mayor capacidad empática, capacidad para encontrar soluciones creativas o mostrar un mayor interés por la justicia o injusticia social».

De acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Educación, en el curso 2020/2021 había matriculados –sin contar la enseñanza universitaria– un total de 8.232.295 alumnos. De esos, 881.013 eran valencianos. Y, cerrando más el foco, 1.152 tenían altas capacidades intelectuales.

Cabe incidir además en la importancia de detectarlos lo más pronto posible para conocer las necesidades que puedan tener, así como sus fortalezas y debilidades, atenderlas como es debido y que puedan desarrollarse «de manera armónica en los ámbitos educativo, emocional y social», dice la profesional.

Aquí juegan un papel relevante sus familias, ya que son las primeras en detectar el desarrollo precoz desde muy pequeños. «Muchas veces temen que puedan tener problemas de habilidades sociales, fracaso escolar... que es lo que escuchan» pero si todo va bien, se puede prevenir. Por eso «es necesaria la psicoeducación para explicarles qué es y en qué consiste que una persona tenga altas capacidades», dice Asensi.

Uno de los primeros pasos, una vez se conoce, es que la propia persona sea consciente de ello. «Es bueno que lo sepan porque si no piensan que les pasa algo malo que les impide relacionarse con sus compañeros y aprender», argumenta Bueno.

Los problemas aparecen cuando no reciben el apoyo que necesitan. Algunos serían la desmotivación, problemas de comportamiento, de autoestima o una bajada del rendimiento» en clase.

Los grandes olvidados

La educación es otro pilar fundamental a la hora de detectarlos y atenderlos. Pero «o tienes formación o pasan desapercibidos», lo que les convierte «en los grandes olvidados del sistema educativo», explica Bueno. Y esto queda patente en que en los colegios puede que lo que ven es «un alumno que se levanta, molesta. [...] Muchas veces se confunde con el TDHA porque comparten características». O que el profesor piense que «lo está retando porque le pregunta algo que no sabe». 

Por tanto, lo mejor es que el colegio les haga una «evaluación psicopedagógica donde se valore sus fortalezas, debilidades, intereses...», asegura la psicóloga. Y a partir de ahí trabajar de forma inclusiva y optar por el enriquecimiento curricular y darle «contenidos más elaborados y más responsabilidades», añade Asensi. Un ejemplo sería la puesta en marcha de actividades de investigación, por ejemplo, dirigidas a toda la clase donde se fomente la cohesión de grupo «porque está demostrado que así se eleva el nivel del aula», recomienda Bueno. Otra medida sería la flexibilización (salto de curso).

Pero eso sí, insiste, «ser inclusivos es atender a todos. Porque cuando se habla de inclusión se suele dejar fuera al alumno de alta capacidad porque parece que no necesita ayuda». Y eso no es así.

No obstante, Asensi señala que «las herramientas y conocimientos para trabajar las altas capacidades no están disponibles en todos los centros ni todos los docentes están capacitados». Por tanto, concluye, hay que «expandirlos» para que no se hagan «malos diagnósticos» y que se haya reconocido que «requiere una atención particular ha ayudado mucho».