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Desde la cuna

Llíria, la ciudad que suena a música

El reconocimiento de la Unesco como Ciutat Creativa corona la importante trayectoria cultural de la capital del Camp de Túria y la difunde al mundo

Llíria, la ciudad que suena a música

Tan importante era Edeta, que a València, en los documentos clásicos oficiales aún se le llama a la manera romana, Valentia Edetanorum, para distinguirla de las otras Valentia que fundaron en las riberas del Mediterráneo. Aquí los romanos construyeron las termas -les Termes de Mura- más grandes de Hispania. Un patricio de Llíria, Cornelio Nigrino, cuentan los historiadores estuvo a un tris de ser Emperador de Roma.

Vinieron los musulmanes y a su medina le pusieron el nombre de Lyria, topónimo vigente en la actualidad. Los nuevos colonizadores se contagiarían y potenciarían el espíritu musical como ocurrió en Sagunt y en Xàtiva. Los colonizadores cristianos, con el tiempo, proseguirían el cultivo de la música y frailes de distintas órdenes estarían en el origen de las dos actuales bandas de música, que acaban de darle a Llíria, por mandato de la Unesco, el título de Ciudad Creativa de la Música.

Zona excelente para la agricultura fundaron aquí conventos diversas Órdenes Religiosas: Agustinos, Franciscanos, Trinitarios Calzados? Estos últimos, dedicados a rescatar con colectas cristianos secuestrados por piratas y berberiscos, fueron muy influyentes llegaron a poseer un imperio agrícola fruto de donaciones y regalías de los poderosos, miles de hanegadas de secano y regadío, cuatro masías, dos molinos. Hoy en la toponimia rural de Llíria está la «Ruta dels frares», que recorre las antiguas posesiones de los clérigos, de las que fueron despojados por la Desamortización.

Alrededor de los conventos de Franciscanos y Trinitarios se reforzó la vida cultural musical. A los frailes rivales les interesaba tener música en sus fiestas y celebraciones litúrgicas. Por documentación que se conserva en el Archivo del Reino de Valencia, se sabe que había músicas y músicos, danzantes, en Llíria. En la crónica de una procesión de la Virgen del Remedio celebrada en 1718 se lee que «en dita festa se conte ab la asistencia del Clero Parrocial de esta Vila, Musica, dansa y ffocs segons lo costum mes recent».

Cada convento y Orden tenían sus propios músicos. Los frailes que sabían solfeo lo transmitieron y enseñaron, cultivaron sus respectivas formaciones musicales. Los claustros de los conventos fueron sus escuelas y los templos sus lugares de actuación. Cuando la Desamortización (1835) ambas músicas quedaron a nada de desaparecer por la expulsión de los frailes, disolución de las Órdenes Religiosas y cierre de los conventos, que pasaron a propiedad del Estado.

Algunos frailes marcharon del pueblo, otros, hijos del pueblo, se quedaron y pasaron al clero diocesano. El quedarse los frailes naturales del lugar y no abandonar el pueblo hizo que continuara aquella peculiar vida musical. Propiedad las instalaciones conventuales del ayuntamiento se les permitió ocuparlas para estos, entre otros, menesteres. En los claustros y dependencias de ambos conventos harían las escuelas de educandos, ensayos y conciertos, algunos de los cuales, con las nutridas asistencias a ellos se realizarían en calles y plazas públicas.

El tiempo iría conformando y perfeccionando la formación bandística, a la manera de las Músicas Militares, con uniformes y desfiles en orden de parada, tal y como son en general nuestras bandas de música, marcando el paso y rigiéndolo el ritmo. La Música Vella (1819) fue la banda madre, la preexistente, de lo que vendría años después, de la que se escindió un grupo surgiendo la Música Nova (1846). Funcionaban por tanto dos bandas de música con estos nombres con sus respectivos piques, dimes, diretes y competencia que no cesan, separadas y no pocas veces enfrentadas, resultado histórico de la competencia entre las Órdenes Religiosas citadas.

Crisis y alcaldes morosos

Con el comienzo del siglo XX, nueva crisis consecuencia de unas broncas que tuvieron con los alcaldes morosos impagadores, nada nuevo bajo el sol. En 1900, el alcalde de Llíria, José María Lleó, no contó con ninguna de las dos bandas de música locales para las fiestas del centenario del Monasterio de san Miguel y contrató a la Música del Regimiento de Infantería Guadalajara 20. Las dos bandas la Vella y la Nova se molestaron por este orillarles en las fiestas y unieron voluntariamente por primera vez para reivindicar se les pagara las deudas contraídas por el ayuntamiento al contratarles para fiestas.

En 1901, siendo alcalde José Aragó, las bandas que seguían sin cobrar volvieron a la pelea y reivindicación para poder cobrar. A resultas de estas acciones decidieron mayoritariamente unirse en una sola banda. Casi se logró la unificación, pero algunos músicos siguieron en la Música Vella y los unionistas (Música Nova más escindidos de la Musica Vella) formaron en 1903 la Unión. La Música Vella se quedó con el marchamo originario primitivo, La Primitiva, que hacen nacer en 1819. Los frailes Miguel Pérez Cotanda (trinitario) y el franciscano Antonio Albarracín son considerados como padres de la patria musical el primero de La Unión y el segundo de la Primitiva. No obstante ello, está documentado que hasta 1902 no existían las denominaciones de Primitiva y La Unió, sino Música Vella y Nova.

Debido a esta influencia religiosa, cada banda tiene su propia Patrona afecta a las advocaciones preferidas de sus respectivas Órdenes Religiosas: la de la Primitiva es la Inmaculada, advocación franciscana, y la de La Unió Musical es la Virgen del Remedio, devoción de los Trinitarios, la que, además, en el XVI, fue «Patrona de Valencia y su Reyno».

Cada sociedad y banda tiene hasta su territorio para circular por Llíria, en las respectivas áreas de influencia de los conventos citados. También tienen sus curiosas adjudicaciones míticas, la de la Primitiva, el Clarín, era la banda de los pobres, la de los carlistas, y la Unión la banda de los ricos, la de los liberales. Durante las guerras carlistas, éstos iban por las casas de los músicos requisándoles sus instrumentos para formar una banda de música militar carlista, instrumentos que les fueron devueltos al término de la contienda antes de abandonar la plaza.

El gobernador que quería una fusión

En la pasada postguerra civil, durante el franquismo, en los peores años de la dictadura, un gobernador civil se empeñó en disolver las dos bandas y unificarlas, juntarlas, lo que logró sobre el papel unos meses, pues la reticencia de los músicos de ambas bandas fue fuerte. Al final reculó, al ver que era imposible su proyecto, por lo de irreconciliables que eran, y todo siguió igual que antes de a guerra.

El gran amor por la cultura musical que sienten los llirianos ha hecho que se haya conformado dos grandes bandas de música, famosas nacional e internacionalmente, viveros de grandes músicos, hoy repartidos por bandas y orquestas de todo el mundo, las cuales han actuado en múltiples foros culturales y certámenes, logrando grandes éxitos, logrando una importante labor educativa con sus centros de enseñanza y formación entre la gente joven. Son ambas sociedad dinamizadoras de la vida cultual de Llíria a través de sus múltiples actos culturales, sociales, teatrales y cine.

Con la declaración de la Unesco de "Lliria, Ciudad Creativa de la Música" se ha hecho justicia a este maravilloso pueblo cargado de historia y cultura, que vive con fruición la pasión de la música y el sueño tenido por Jaume Coronel, quien un día vio a unos ángeles bajando del cielo, de pie, y depositando la música que llevaban en sus manos en Llíria. Aunque la Unesco le ha otorgado ahora el título de Ciudad de la Música, los del pueblo ya hace años que lo tenían grafiado en la señalética de las entradas a la ciudad. Los políticos se han dado prisa en hacerse la foto del triunfo, con las quejas de la vecindad que no ha sido llamada para festejarlo.

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