Al contrario que en la década de los 90, el cambio de siglo llegó con la revalorización de lo antiguo. Así, mientras el equipo de gobierno de La Pobla de Vallbona de 1971 decidió soterrar la cisterna municipal, a finales de 2018 el consistorio decidió comprobar el estado de conservación de la misma. La introspección terminó recuperando la obra arquitectónica del siglo XVI que, un año después, se ha decidido abrir a todo el mundo.

Ha sido a través de un proceso de participación ciudadana el que ha decidido qué hacer con ella. Los vecinos han elegido un proyecto por el que se instalará una cristalera sobre los restos de la bóveda de la escalera y otro que conforme una ventana lateral para ver su interior. Se podrá acceder a la cisterna a través de una escalera original.

Mientras, en el exterior se construirá una plaza elevada que permitirá su uso por parte del vecindario y recuperará además la torreta que había antiguamente en la plaza.

El alcalde, Josep Vicent Garcia, de Compromís, manifestó su satisfacción por la participación del vecindario en las votaciones y que sean ellos quienes han elegido el futuro de la cisterna, que forma parte del patrimonio arqueológico y cultural de la localidad.

«Es un elemento patrimonial importante de nuestro pueblo al que todos tenemos mucho aprecio y con este proyecto podremos recuperarlo para usos culturales y visitas patrimoniales que permiten explicar nuestra historia», señaló el primer edil.

La cisterna estaba cubierta por dos bóvedas que fueron derruidas en los años setenta. Se llenaba con agua de la 'sèquia primera' y según los arqueólogos municipales, pasaban dos días hasta que se llenaba por completo para abastecer a toda la población durante un año.