«Gestión forestal sostenible». Este término fue acuñado en la Conferencia interministerial de Helsinki que tuvo lugar en el año 1993, como la administración y uso de los bosques de manera y en tal medida que mantengan su biodiversidad, productividad, capacidad de regeneración, vitalidad y su potencial de cumplir, ahora y en el futuro, funciones ecológicas, económicas y sociales relevantes, a escala local, nacional y global, sin causar daño a otros.

Se trata de un concepto clave para garantizar la persistencia de los mismos. Programar y planificar acciones como la silvicultura que permitan mantener los bosques sanos y resilientes es vital de cara a un futuro que augura un Mediterráneo más seco, y más cálido, con sequías más recurrentes e intensas. Los datos son devastadores. En Europa, de media, se queman unas 500.000 hectáreas, de las que 375.000 arden en el Mediterráneo. Las consecuencias son muy graves; al quemar en alta intensidad la destrucción de hábitats y paisajes es tremenda; emisiones de CO2 a atmósfera, impactos en la calidad del agua o la pérdida irreparable del suelo fértil… que si es de forma recurrente como ocurre en algunos lugares, constituye una auténtica pandemia ambiental.

En cuanto a víctimas mortales directas, entre 2000 y 2016 Europa registró 488 muertes por incendios. Entre 2017 y 2018 se produjeron 225 muertes directas sólo en Portugal, Grecia y España.

Las pérdidas económicas en Europa por los incendios forestales son de 3.000 millones de euros al año. Y se estima que en los próximos años esa cifra, sólo en Grecia, España, Francia, Italia y Portugal podría alcanzar los 5.000 millones de euros al año. ¿Qué pasaría si en lugar de gastar en reparar daños invirtiéramos en prevenirlos? ¿Y si invirtiéramos en trabajos de prevención de incendios forestales y otras actuaciones que mejoren los servicios ecosistémicos del territorio agroforestal y entornos periurbanos? Según datos del Gobierno de España, entre 1970 y 2018, en todo el Estado, hubo más de 628.000 incendios que afectaron a más de 8 millones de hectáreas. A pesar de ello, es importante destacar el dato de que España es el segundo país más forestado de la Unión Europea por detrás de Suecia. El 55,2 % de la superficie total nacional (27,9 millones de hectáreas) está compuesta por terrenos forestales, de los cuales, más del 66 % son bosques. Y eso a pesar de los incendios forestales.  

Invertir en prevención

Por no invertir en gestión forestal y en prevención antes de los incendios, se gasta más en extinción durante y en restauración y reparación de daños después. ¿Qué pasaría si se equiparan los recursos destinados a prevención? ¿Tal vez harían falta menos recursos de extinción? ¿Se ahorrarían daños ambientales, sociales y económicos? ¿Sería más sostenible? Parece evidente que no es eficiente ni eficaz en términos sociales, ambientales o económicos seguir apostando mayoritariamente a la extinción de incendios.

En Carcaixent, en 2006, 10 años antes del último gran incendio forestal que arrasó 2.210 hectáreas e hizo desaparecer el 80 % de su patrimonio natural, una pequeña comunidad de propietarios, con ayuda de la Generalitat Valenciana y del ayuntamiento, emprendieron un proyecto de prevención. Las 140 propiedades de aquel núcleo y las administraciones públicas invirtieron en planificar y ejecutar medidas de autoprotección. Se dotó a esta zona con un sistema defensivo contra incendios forestales. Una inversión altamente rentable como pudo verse en el grave incendio de 2016.

El proyecto Guardian, financiado por la Comisión Europea para mitigar los efectos del cambio climático, supone la versión corregida y aumentada de aquella iniciativa original que se inició hace ahora 14 años en la localidad de la Ribera Alta. La idea innovadora es a la vez sencilla: del agua que las zonas de riesgo de la Vallesa de Mandor, Masía Traver, València la Vella, Els Pous, La Canyada, etcétera, envían a la EDAR Camp de Turia II, se va a regenerar y se va a emplear como recurso en la defensa contra incendios forestales aplicando riegos prescritos para generar cortafuegos verdes. Es la portación de agua regenerada de alta calidad al medio natural para mitigar las sequías que puedan venir y reducir la inflamabilidad de la vegetación en zonas estratégicas. Para luchar contra los incendios forestales en caso de producirse. 

Guardian es economía circular valenciana, aplicada, y demuestra aquello de que «siempre parece imposible, hasta que se hace». La incorporación de las universidades públicas con su experiencia y conocimiento en selvicultura para maximizar el aprovechamiento del agua, y el análisis de los flujos económicos, de Cetaqua como centro tecnológico, de Hidraqua como expertos en ciclo integral del agua, y de los Ayuntamientos de Riba-roja y Paterna, como gestores y como beneficiarios de la iniciativa, han hecho de este proyecto una magnífica herramienta de adaptación al cambio que estamos viviendo.