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Normativa municipal

Cuando en Requena obligaban a llevar bigote

El uniforme de los empleados públicos en el siglo XX fue evolucionando con el paso de los años

Cuando en Requena obligaban a llevar bigote

Hoy en día, los empleados municipales que se encargan de las tareas afuera de los ayuntamientos o de dependencias consistoriales son fácilmente reconocibles por su indumentaria. Los uniformes distinguen a los policías de los jardineros o del personal de limpieza entre otros oficios recurrentes a nivel local. Sin embargo, a principios del siglo XX no era tan simple reconocer a estos trabajadores y las poblaciones como Requena tuvieron que lanzar una serie de ordenanzas para que sus funcionarios fueran detectados de manera sencilla y que han sido recogidas por Ignacio Latorre del Archivo Municipal.

Todo empezó en julio de 1990 cuando un concejal requenense detectó que se había instalado un campamento de nómadas a las afueras de la población. El alcalde ordenó desalojarlos, sin embargo los nómadas hicieron caso omiso a los alguaciles. Ante esta desobediencia el concejal don Remigio no se extrañó ya que los empleados municipales no portaban bigote y «no dejan imprimir al cargo el respeto y consideraciones que merece», según se extrae del Archivo Municipal de Requena.

Es por ello que el pleno municipal acordó que alguaciles y porteros usaran los uniformes -en ese momento formado por una sola gorra- «dejándose bigote». No obstante, al mes aún no se cumplía esta orden, ni tan siquiera portaban la gorra tal como señalan los documentos del Archivo Municipal requenense.

En 1912, de nuevo el regidor don Remigio volvió a dictar otra orden para que los empleados de Consumos y agentes municipales usaran gorras como uniforme y se adquirieran lo antes posible.

Un año después, el diario «El Distrito» publicaba una crítica contra el alcalde porque el mismo uniforme de invierno era utilizado en verano, dejando a los empleados consecuentemente acalorados. La respuesta consistorial fue que faltaba un uniforme de rayadillo para completar la equipación de verano. Fue entonces cuando la empresa local propuso abonar 20 pesetas -el precio del uniforme faltante- en la caja municipal.

La historia continúa en 1948. El ayuntamiento celebró un concurso de contratación de uniformes. Al mismo se presentaron 11 empresas de Requena y València. Había un total de 6 alguaciles que necesitaban un uniforme completo de verano y otro de invierno con gorra, calzado y pelliza -abrigo forrado de piel-. También tenían que vestir a los cuatro guardias que requerían de calzado, gorra, un pantalón y una guerrera -prenda militar de tipo chaqueta-, mientras que para el de invierno incluían un pantalón y un capote.

Por su parte los serenos necesitaban de gorra y calzado para un año y un capote con un lustro de perdurabilidad. El jardinero portaría un uniforme de pana con sombrero, bastón y bandolera para el invierno y otro atuendo estival además de un mono de trabajo y calzado.

Los conserjes del mercado, el matadero y el auxiliar del sepulturero pueden ser considerados lo más perjudicados ya que solo se les proporcionó una gorra.

El atuendo era obligatorio en funciones municipales, si se deterioraba lo reponía el funcionario y tenía que ser acorde a la estación correspondiente. Este cambio lo decidía la concejal de personal.

Finalmente el concurso lo ganó don Ramón Collado de València con un uniforme a la medida cuyo precio era de 573 pesetas cada traje. Aunque una de las nuevas normativas sancionaba la falta de aseo y limpieza, por lo que al final los funcionarios de Requena tenían que ir correctamente afeitados.

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