Está a 27 kilómetros del casco urbano de Requena, pero pertenece a su término municipal. Se trata de Casas del Río, una aldea tan lejana a su urbe que hasta 1874 perteneció a otro municipio, a Cofrentes -a casi la mitad de distancia, 15 kilómetros-. Durante el año su población apenas supera los 30 habitantes... pero en verano se multiplica hasta superar los 800. No tan lejos de Requena está Casas de Cuadra, a unos 12 kilómetros, con también escasa población durante el año que crece exponencialmente en período estival. Y en ambas hay un sentir común: la sensación de que han sido abandonados por el consistorio requenense.

Nada más llegar a Casas del Río, un gesto tan manido en estos tiempos como es el de mirar la pantalla del móvil le descubre a uno que está en un lugar diferente: no hay cobertura de telefonía móvil. «Tan solo hay en un rincón de allá», explica un vecino. Y no es cosa baladí: Casas del Río está a escasos kilómetros de la central nuclear de Cofrentes e incluso está incluida en la red de evacuación del Plan de Emergencia Nuclear (PENVA). «Por no tener no tenemos ni los equipos de megafonía para avisar si pasa algo», critican. Quien quiere comunicarse con el exterior lo debe hacer con teléfono fijo.

A primera vista, las aceras -a excepción de un tramo junto al bar lleno de gravilla- y las casas parecen estar en condiciones, pero un simple intercambio de pareceres con los vecinos -en su mayor parte de carácter estival- desvela que la mayoría van a una: «el Ayuntamiento de Requena nos tiene completamente abandonados».

Las quejas van dirigidas sobre todo hacia los servicios que reciben. «Aquí no vienen a limpiar y a por la basura pasan una a dos veces a la semana, que eso puede valer durante el año pero ahora hay muchísima gente y se acumula», critica Rafael, que vive en València y pasa allí el estío, aunque recalca que paga en Requena más impuestos que en el cap i casal «y me dan menos servicios». «Aunque no esté empadronado sí que tengo que pagar la contribución», insiste.

«Como hay pocos habitantes censados, nos invierten muy poco», desvela Georgina, residente durante todo el año en la aldea. De hecho, recientemente el consistorio inició una campaña para pedir que la gente se empadronara en Requena con la intención de obtener más financiación para estos servicios. «Censados habrá los que habrá, pero la contribución la pagan todas las casas, vivan o no vivan», reclama otra vecina, Pilar.

«La verdad es que Requena promociona mucho la aldea con la Noria -un espléndido azud de madera centenario en el cauce del río Cabriel con merendero que recibe una multitud de visitantes-, pero no invierte. Llega mucha gente, pero en limpieza cero», critican Loli y Elvira, dos madres con dos hijos cada una que denuncian sobre todo «el lamentable estado del parque sin almohadillas en la zona de columpios, porterías completamente oxidadas y el suelo agrietado, muy inseguro para los niños».

Precisamente, junto a la Noria se encuentra la carretera que va hacia Balsa de Ves, la localidad más cercana, en la provincia de Albacete. «Tened suerte si váis por allí. Da miedo», dice Loli. «Firmamos para que se arreglara pero no nos hacen caso. El tramo que pertenece a Castilla-La Mancha está cuidado, pero el de València está lleno de baches», señala Emilio, otro vecino que pasa allí los meses de verano y algún que otro fin de semana.

Y la sensación es similar en la aldea de Casas de Cuadra, donde su alcalde, Alberto Moreno, critica la falta de alumbrado, los problemas del agua -que reciben en cubas- o las aceras de tierra. «Hemos hecho varios escritos al ayuntamiento, pero es como si solo existiéramos para pagar impuestos», remata.