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Aeródromo

Las huellas del aeródromo republicano de Utiel

Varias construcciones dejan constancia del paso de la Guerra Civil por el cielo utielano

Las huellas del aeródromo republicano de Utiel

El paso de los aviones durante la Guerra Civil dejó su huella en el cielo de Utiel... y también en su suelo. Allí, a unos 4 kilómetros al noroeste de su casco urbano, se ubicó uno de los numerosos aeródromos que habilitó el gobierno de la República para tratar de detener el avance del bando franquista. Ochenta años después de la contienda, todavía sobreviven algunos vestigios de aquella «humilde» infraestructura que, ahora, se podrán conocer a través de una exposición organizada por la Asociación Cultural Serratilla que permanecerá abierta en la Casa Municipal de Cultura de Utiel hasta el próximo 3o de noviembre.

En 1936, el Ministerio de Marina y Aird organizó el territorio que se mantenía fiel a la República en siete regiones aéreas, y mandó la construcción de un gran número de aeródromos para enfrentarse a la Guerra Civil. Uno de ellos fue el de Utiel, clasificado en el 2º Sector de la 7ª Región Aérea, que fue clasificado dentro de la categoría de «eventual». Se trataba de una instalación pequeña, «funcionaba con un cabo y cuatro soldados», revela José Alabau, representante de la Asociación Cultural Serratilla. Allí disponían de una mínima estructura de instalaciones para el alojamiento y servicio de la tropa especializada, que estaba preparada para el aterrizaje de cualquier avión que lo requiriera por eventuales circunstancias.

No obstante, el aeródromo de Utiel consiguió pasar bastante desapercibido durante el conflicto bélico. «El de Utiel no tuvo mucha actividad, porque estaba en un punto donde el enemigo pensaba que no podía estar, entre dos barrancos, donde podía ocultarse», explica Alabau. Aun así, disponía de un terreno allanado y adecuado por el que se tiene constancia que descansaron sus alas algunos cazas Polikárpov I-15 -conocidos como «chatos» por los republicanos y «curtiss» por los franquistas- y cazabombarderos Polikárpov RZ, que trataban de defender el territorio republicano en el Frente de Aragón y en las batallas del Ebro y de Levante. Asimismo, también se sabe que allí se produjo el aterrizaje forzoso de dos I-16 -conocidos como «moscas»- que se dirigían a la base de Camporrobles. Lo que no hubo en Utiel fueron bombarderos: «porque no disponían de espacio suficiente de visión para despegar ni aterrizar», señala Alabau.

Para construir la infraestructura alrededor del aeródromo se utilizaron en su día algunas casetas rurales como almacenes y refugios, e incluso se construyeron a propósito dos instalaciones más grandes para mandos y tropa, de las que quedan vestigios todavía, pero «en mal estado», según asegura Alabau. También se crearon dos refugios antiaéreos que fueron camuflados por una capa vegetal y de tierra. Uno de ellos se ha hundido, «pero el otro está bastante bien conservado, aunque mucha gente echa allí escombros», lamenta Alabau, que también alude a la residencia de pilotos que sí que sigue en pie y que ahora es una fina rústica conocida como La Noria.

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