Los cableados eléctricos provocan la muerte de un centenar de aves en el último año en Requena-Utiel

Las redes de distribución derivadas de parques eólicos y fotovoltaicos se convierten en una trampa mortal para aves rapaces, algunas de ellas en peligro de extinción. La Societat

Un búho real electrocutado bajo un poste de alta tensión en Requena -Utiel

Un búho real electrocutado bajo un poste de alta tensión en Requena -Utiel / AM

Amparo Soria

Amparo Soria

El cuerpo de Agentes Medioambientales de la comarca de Requena-Utiel ha certificado que a lo largo de 2022 un centenar de aves han muerto por electrocución o colisión contra las instalaciones eléctricas de cableado que proliferan en los entornos naturales. Se trata de una cifra en la misma línea que los últimos cuatro años: desde 2019, los agentes han contabilizado más de 400 animales fallecidos por esta razón, algo que se verá agravado con la proliferación de parques solares y eólicos que hay proyectados sobre la comarca y cuyas redes de distribución son trampas mortales para estos animales.

Lo cierto es que los trabajos se han intensificado desde 2019 y de ahí que las cifras se hayan multiplicado por 100 respecto a antes de esa fecha. Hasta entonces, se encontraba una media de 11 aves muertas al año, pero eso cambió con la exhaustiva revisión que los agentes hacen en esta comarca.

Según explican, el 99 % de animales afectados son aves y solo un 1 % de mamíferos. De los pájaros, la mitad son aves rapaces, como explican desde la entidad, y es uno de los principales problemas, ya que este tipo de especies de por sí son escasas, y dado que tienen tamaños entre medianos y grandes, suelen ser las peor paradas de estas instalaciones, ya que una vez posadas en los postes, suelen tocar los cables sin querer al abrir las alas. Además, al ser depredadores, habitúan a situarse en lugares altos que les permitan tener visión de posibles presas, una situación que se repite constantemente en zonas cultivadas donde la altura del poste da una visión privilegiada del campo abierto.

Una garduña y un búho real muertos por electrocución y una inspección de torres de alta tensión.

Una garduña y un búho real muertos por electrocución y una inspección de torres de alta tensión. / AM

Las especies más afectadas son el búho real, del que este año han muerto 65 ejemplares en los últimos cuatro años; el águila ratonera han fallecido unas 50, el mismo número que el buitre leonado, así como el cernícalo vulgar, del que se calcula que han muerto electrocutados 30 animales.

Son cifras que el equipo de agentes de Requena creen que debe ser similar al del resto de la Comunitat Valenciana. Con una excepción: la muerte de águilas perdiceras, en peligro de extinción y de las que han muerto dos electrocutadas. Una cifra baja respecto al resto de especies precisamente por su escasez. Otros, como los córvidos, es justo al contrario: hay muchos y su alta mortandad está ampliamente ligada a la cantidad que ejemplares que hay.

Los mamíferos más afectados son las garduñas, las jinetas y las ardillas, sin que lleguen a ser un número relevante ni preocupante porque son pocos ejemplares y no están amenazadas.

Soluciones lentas

Según explican estos guardas, hay cierta esperanza porque sí se están implementando soluciones y desde hace cinco años, las grandes productoras de energía van mucho más en serio: de los 130.000 postes que se calcula que hay en la Comunitat Valenciana, antes se corregían alrededor de cinco al año, los que estaban afectados o dañados. De unos años a esta parte, se calcula que unos 4.000 postes son acondicionados para evitar estas muertes.

De hecho, estos técnicos inciden en que hay que diferenciar muy bien los tipos de peligros y muertes que se desencadenan. Hacen una clara distinción: las muertes no se producen en las grandes líneas eléctricas asociadas a las centrales de producción de energía, que son de transporte y tienen grandes dimensiones. Son los cables que llevan la energía producida en un parque eólico o en una fotovoltaica hasta la subestación.

Un ratonero y un buitre leonado electrocutados junto a torres de alta tensión

Un ratonero y un buitre leonado electrocutados junto a torres de alta tensión / AM

De ahí salen los más peligrosos; los cables de distribución que llegan hasta los hogares. Son puntos pequeños con poca distancia entre los cables, de unos 30 kW, y son un riesgo doble: además de posarse en las torres y tocar los cables, también suponen un peligro por colisión, ya que los cables apenas se ven durante el vuelo o con condiciones meteorológicas adversas como la niebla.