La riada del Magro abre un cañón de cinco metros en el lecho fluvial

La crecida alcanzó en algunos puntos cinco veces el caudal del Ebro y ha cubierto los campos con hasta dos metros de lodo

El cañón de cinco metros del río Magro en Requena y Utiel

Javier García

Javier García

Requena

Más de 1.000 metros cúbicos por segundo, un millón de litros al segundo, 60 millones de litros en un minuto, más del doble del caudal de río Ebro a su paso por Zaragoza. Estas son las cifras que permiten hacerse una idea de la magnitud de la crecida del río Magro durante el 29 de octubre a su paso por Requena y Utiel. Cifras que todavía fueron a más a medida que el río sumaba caudales de regajos, ramblas y afluentes en su camino al pantano de Forata, donde llegaron a registrarse en su cabecera un caudal pico de entrada de casi 2.000 metros cúbicos, cinco veces más que el del río más caudaloso del país.

En apenas 5 horas el pantano se llenó, de 6,46 hectómetros cúbicos a las 13:00 horas a 35,92 a las 18:00, sobre una capacidad máxima de 37 hm. Gracias a la apertura de compuertas con un volumen de desaguado de 900 metros cúbicos al segundo, la infraestructura hidráulica aguantó la riada y evitó que los 37.000 millones de litros embalsados fueran cauce abajo, hacia la Ribera y el Júcar.

Daños junto a la EDAR de Requena

Daños junto a la EDAR de Requena / Javier García

La fuerza de la riada sorprendió a una vega incapaz de asumir tanta agua. El cauce del río se quedó ridículamente insuficiente para canalizar toda esa agua. En Utiel fue el primer punto en el que se desbordó con mortales consecuencias. Desde ahí, un Magro más caudaloso que el Ebro arrambló con todo lo que encontró abriéndose paso desde su cauce hacia los lados y también hacia abajo. 

Lodos a ambos lados del cauce del río Magro junto a uno de los puentes afectados por la riada, junto a Requena

Lodos a ambos lados del cauce del río Magro junto a uno de los puentes afectados por la riada, junto a Requena / Javier García

Horas después de la avenida y con las agua ya en retroceso, las imágenes no dejan dudar a dudas. En algunos puntos, el río ha labrado un nuevo cauce en forma de cañón, ganando hasta cinco metros de profundidad sobre su lecho original, más de dos pisos de altura. En otros, los sedimentos que ha arrastrado por la vega han sepultado campos enteros bajo casi dos metros de lodo y limo. Semejante fuerza ha partido por la mitad la vega desde Utiel al paraje del Atrafal, en Requena, y la pedanía de Hortunas, con graves problemas de conexiones todavía al estar rodeada por el río y otra rambla desbordada.

La riada se ha llevado por delante todos los puentes que conectaban ambos lados de la ribera. Salvo el viaducto de la A-3 sobre el Magro, el resto han sucumbido ante la fuerza del agua.

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