"Si no fuera porque tenemos ahorros, no habríamos podido volver a nuestra casa de Utiel"

Consuelo y Fermín han vuelto a su casa de la calle Pertuis después de casi tres meses viviendo en Casas Medina por la inhabitabilidad de su vivienda

Han tenido que abonar 8.000 euros en reinstalar la calefacción para poder vivir allí, aunque solo en la planta superior

Consuelo y Fermín muestran la última marca del agua que entró en su vivienda.

Consuelo y Fermín muestran la última marca del agua que entró en su vivienda. / Germán Caballero

Amparo Soria

Amparo Soria

Utiel

La normalidad en Utiel llega a cuentagotas. El mercado ambulante simula una rutina que, por momentos, parece instalada de nuevo. Pero a la derecha, el canal del Magro no deja lugar a dudas: el desastre sigue presente. El marrón es el color oficial desde hace meses y a uno y otro lado del cauce, entre los barrios San Isidro, Alameda y las Fuentes, la vida se ha detenido. No hay coches aparcados frente a las viviendas unifamiliares -se los tragó el agua- y los vecinos y vecinas se dejan ver a cuenta gotas, porque muchos de ellos han sido reubicados o han buscado alojamiento en segundas viviendas. Es el caso de Fermín Gámiz y Consuelo Chamante, recién llegados de Casas de Medina, donde han pasado junto a su consuegra -afectada también por el desbordamiento- casi tres meses de su vida, forzados a dejar su casa, donde entró 1,80 metros de lodo y agua.

El miércoles hacían recados como recoger de la farmacia los medicamentos que no han podido sacar de forma oficial desde octubre. Su casa, de dos plantas, solo está habitable arriba, ya que abajo la humedad es la inquilina principal en todas las estancias. Han sido tres meses de limpieza y vaciado, pero no hay marcos, ni puertas, ni enchufes. Solo se salvó el televisor, que flotó sobre dos sofás, pero el olor a humedad y gasoil todavía recuerda la tragedia.

"La única salvación es tener ciertos ahorros para poder hacer frente a las primeras reparaciones, que ha sido instalar de nuevo la caldera y la calefacción para poder volver a vivir aquí", explica Consuelo. La inversión ha sido de 8.000 euros, pero calculan que necesitarán entre 25 y 30.000 euros para poder habitarla de nuevo, con mobiliario y reformas en paredes y suelo. Por ahora, las únicas ayudas que han recibido son los 6.000 euros adelantados de urgencia por la Generalitat, y el consorcio va a abonar por su vehículo 12.000 euros.

El parque junto a la calle Cruz Roja de Utiel, aún con destrozos visibles de la riada.

El parque junto a la calle Cruz Roja de Utiel, aún con destrozos visibles de la riada. / Germán Caballero

Unos gastos a los que cuesta hacer frente estando los dos jubilados pero cobrando únicamente una pensión de 1.000 euros, con una hipoteca todavía por pagar en una vivienda donde el agua llegó hasta el noveno escalón: "Yo subí a la perra, que estaba enferma, y mi marido se quedó aguantando las ventanas para que no se abrieran y entrara más agua, pero fue imposible y al final se quedó atrapado entre los muebles, que flotaban en el salón", recuerda Consuelo emocionada. Fermín explica que cuando el agua le llegó al pecho asumió que no podía hacer nada más y subió, a duras penas, a la planta superior.

Desesperación por unas ayudas que no llegan

"Del resto de ayudas, nada, y es insoportable ver en la televisión a todo el mundo decir que se han abonado ya: aquí no ha llegado nada", asegura Fermín. Mientras, han habilitado en la parte superior de la casa las estancias comunes en lo que antes eran habitaciones, y hacen vida allí a la espera de poder avanzar más en los daños estructurales de la casa. Eso pasa también por limpiar un solar que hay contiguo a su vivienda, con cerca de un metro de lodo aún presente y húmedo tras las lluvias de los últimos días. Una fuente de humedad y frío de cuya limpieza tienen que hacerse cargo los propietarios.

Para ello están tratando con el ayuntamiento de agilizar este proceso. Reconocen que la administración local sí ha reaccionado rápido, y muchos de sus vecinos y vecinas han sido realojados en viviendas que el ayuntamiento ha habilitado para su acogida. Este barrio, construido en los primeros años del siglo XXI, se encuentra en una zona inundable y por ello los promotores fueron obligados a construir las viviendas con cierta altura respecto al cauce, pero no ha sido suficiente para hacer frente a la crecida de octubre.

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