Radiografía del barrio más afectado de Utiel: No queda nadie en la Fuente y la Alameda
Los casi dos metros de agua que se salieron del Magro sepultaron un barrio de apenas seis calles que vivía por debajo del nivel del barranco y que se cobró seis vidas
Las puertas y ventanas abiertas dejan ver un panorama desolador: el vacío y la destrucción de un centenar de hogares a los que todavía no se ha podido volver
El barrio de la Fuente de Utiel, también conocido como la Alameda, está muy lejos de volver a la normalidad. Principalmente, porque ni siquiera sus residentes han podido volver todavía a las viviendas, repartidas alrededor de seis calles en perpendicular al cauce del Magro. El agua inundó ambas riberas, pero fue esta parte la que peor destino sufrió, principalmente porque se encuentra por debajo del nivel del barranco, lo que propició que el lodo alcanzara alturas de hasta los dos metros. Tres meses después, la mayoría de personas que residían en estas viviendas no han vuelto todavía, como tampoco volverán los estudiantes al IES Alameda que linda con este barrio.
Las primeras imágenes recibidas del fatídico 29 de octubre de rescates en helicóptero correspondían a este barrio, donde fallecieron seis personas, todas ellas de avanzada edad que no pudieron refugiarse del agua pese a que la mayoría de casas tiene dos plantas, ya que están diseñadas como unifamiliares, construidas en la década de los años 70. Las flores en las puertas de las viviendas señalan donde perecieron, y algunas de ellas siguen cerradas a calicanto y sin ser limpiadas porque la única razón para hacerlo -su habitabilidad- también desapareció el día de la tragedia.
En la Fuente se respira un ambiente fantasmagórico. Al no haber residentes, no hay vida, y el escenario es aterrador, con marcas todavía del fango y la altura que alcanzó a uno y otro lado. Algunos mensajes de ánimo y agradecimiento demuestran que el trabajo ya se ha hecho: la mayoría de viviendas están limpias y vaciadas, pero abandonadas hasta poder ser intervenidas. Puertas y ventanas están abiertas de par en par, con mayor o menor ingenio para combinar la necesaria ventilación con el inevitable miedo al pillaje, para lo que instalan puertas improvisadas con restos de palés o chapas de madera y metal.
Lamentablemente, no queda mucho para llevarse, ya que las viviendas están despojadas hasta de los techos y los alicatados, y las tareas de vaciado se realizaron casi en tiempo récord gracias a la colaboración de los agricultores de la comarca, que ayudaron con sus tractores a retirar todos los enseres voluminosos de casas y calles. Pese a todo, los signos de la riada aún siguen visibles tanto en los restos de lodo en sus calles como en los daños en aceras y jardines de estas viviendas.
De este barrio, en torno a 25 familias han sido realojadas en otras viviendas. Lo explica el alcalde, Ricardo Gabaldón, quien matiza que han sido trasladadas a algunos apartamentos de titularidad municipal y a otros cedidos por la Sareb de forma temporal hasta que puedan volver a sus casas. Durante el paseo, un equipo de obra reconstruía parcialmente una vivienda y, en otra, una pareja charlaba con una arquitecta sobre la reforma que debían acometer para hacer su hogar de nuevo habitable.
Gabaldón señala que la mayoría de familias que han tenido que dejar su vivienda en el barrio de la Fuente disponía de segundas residencias o de casas de familiares donde han podido trasladarse a lo largo de estos tres meses, mientras vaciaban sus casas, se ventilaban y esperaban a que llegaran las ayudas. Para el alcalde aún es un poco pronto para empezar las obras, ya que la humedad todavía está presente en las paredes de todas las estancias que hasta hace tres meses eran privadas y ahora están a la vista de todos. Cuando se sequen, comenzarán las reformas para poder volver a vivir allí.
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