No pongan sus sucias manos...
Josep Antoni Mollà
Con perseverante contumacia los signos electorales, de distinto matiz y color, empiezan a florecer por estos lares tras la caída de la última hoja del calendario. En una suerte de adelanto primaveral. Aunque estos atisbos no son los del «marketing» que despliega un multicentros comercial, sino de partida política. Una de esas señas la activaba el conseller de Hacienda y Administración Pública, Juan Carlos Moragues, quien sorprendía a las buena gente ontinyentina con un disfraz clásico, a modo de adelanto carnavalesco: el del lobo con piel de cordero. Y lo hacía, aunque los mal pensados dirán que a la desesperada, reuniéndose con la cúpula de Caixa Ontinyent con el aparente objetivo de «abordar el proyecto de ley de cajas de ahorro de la Comunitat Valenciana. Una ley que „tal como ha explicado„ afectaría a Caixa Ontinyent y a las fundaciones de Bancaja y CAM en la Comunitat», según el texto con el que formalmente se ha comunicado a la cándida ciudadanía.
O sea que la camada de lobos políticos, dícese del PP, que depredan a los valencianos desde la Generalitat, tras zamparse, a dentelladas, la CAM y Bancaixa, ahora, conscientes que solo les queda París, representada por la humilde Caixa Ontinyent, va y a cuatro meses de que una despierta sociedad valenciana les pase factura, por fin, por haber perpetrado tanta fechoría, activan el emisor de troles. Para ello asoman la patita blanca y virginal por debajo de la puerta. El fin es tratar un proyecto, una ironía, porqué ellos ya representan al pasado, el que ocupará en el futuro las páginas de las dos décadas de historia más negras vividas en la democracia valenciana. O sea tras la muerte del dictador Franco. En fin, que anuncian una ley que en el mejor de los casos, el próximo verano ya deberá ser historia. Pero para que la broma que vino a parodiar dicho conceller tuviese visos de solemnidad, „nosotros, como cantaba Raimon, «en frases solemnes no em cregut mai»„ va y emulando al desaparecido Eugenio suelta este chiste: «la renovada ley de cajas de ahorro apuesta por la profesionalización, la independencia, así como por la transparencia e información del funcionamiento de las mismas». Y por si queríamos dos tazas más de carcajadas, también dijo: «Caixa Ontinyent se ha convertido en un símbolo de buena gestión financiera, responsabilidad, eficacia y trabajo bien hecho?». Como si la gente de la Vall, fiel a la antigua Previsora, no lo supieran. Aunque seguramente debió pensar que somos muelles necesitados de su capciosa orientación.
Otro conato electoral asimismo procedía del Consell, cuyo presidente, Alberto Fabra, sin devengar ningún derecho de propiedad intelectual, que se sepa se ufanaba, como es costumbre en el PP, de la feliz idea que puso en práctica el gobierno municipal de Ontinyent acerca de la participación en las inversiones, al anunciar, digo de Fabra, «que los ciudadanos decidan sobre parte del presupuesto». Otra broma de despedida del PP, pronunciada con solemnidad en la Tribuna para la Regeneración Democrática del PPCV, celebrada en Valencia, donde el personal la pasaría canutas para contener la risa.
A nivel más doméstico las principales candidaturas municipales ontinyentinas ya tienen casi perfilados a sus candidatos. Compromís per Ontinyent ha sido el primero en cuanto a oficialidad orgánica, ratificando sin sorpresas a Joan Gilabert.
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