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Radiografía de un maestro barroco caído en el olvido

El compositor de Anna dejó plasmado su estilo innovador en sus más de 500 obras

Radiografía de un maestro barroco caído en el olvido

Artista innovador, avanzado a su tiempo, metódico, prolífico, pero también olvidado y menospreciado. Joaquín García no es ni mucho menos profeta en su tierra. El profesor de oboe Rafael Cuéllar ha rescatado la figura del excepcional músico y compositor de Anna en una tesis que redimensiona y reivindica la singularidad del compositor, maestro de capilla durante el siglo XVIII.

El autor de la investigación, encargado de cátedra en el Conservatorio Superior de Castellón, lleva desde 2006 tras los pasos del músico.Hasta ese año ninguna publicación valenciana había hecho referencia a García. El descubrimiento de su existencia condujo a Cuéllar —nacido en Chella— a embarcarse, junto a un grupo de amigos movidos por la misma curiosidad, rumbo a Las Palmas de Gran Canarias, en cuya catedral el maestro ejerció su magisterio durante 44 años.

Seguirle el rastro fue una odisea. En el archivo de la iglesia de Anna —destruido durante la Guerra Civil— no consta si quiera su partida de bautismo, y tampoco encontró ninguna pista concluyente el investigador en los archivos de la Seu de Xàtiva ni en la Catedral de Valencia, lugares donde se cree que pudo haberse formado García antes de partir, a los 24 años, a la isla canaria. Los impedimentos iniciales de los custodios de las actas capitulares de la Basílica de Santa Ana añadieron incertidumbre sobre la investigación, pero la insistencia abrió a Cuéllar las puertas de un universo de documentos con innumerables referencias al maestro de capilla, junto a las transcripciones de buena parte de sus obras. El acceso al archivo catedralicio de la isla ha permitido al profesor trazar una reconstrucción detallada del devenir diario de Joaquín García, de quien la institución eclesiástica conserva 564 composiciones: 515 villancicos y 54 obras en latín, muchas de ellas inéditas, puesto que de la música del compositor apenas existen grabaciones actuales.

El estudio detallado de las piezas revela la originalidad del autor, cuya individualidad radica según expone Rafael Cuéllar, «en la particular presencia en sus creaciones de una concepción teatral y escénica» que bebe de la literatura y de la influencia de los postulados de raigambres filojansenista, una corriente filosofo-teológica que ofrecía una visión pesimista de la condición humana. García también destacaba en el uso de ornamentación rítmica popular. El autor de la tesis describe la del compositor como una «música acelerada y progresista» que «chocaba mucho» con los estándares de la época por sus rasgos innovadores. El maestro imprimió un nuevo estilo y cambió los esquemas de la capilla de Las Palmas: la principal compañía artística de la isla, tanto para actuaciones religiosas como profanas.

Este hecho, unido al fuerte carácter del maestro, provocó que Joaquín García mantuviera constantes enfrentamientos con los músicos que dirigía, acostumbrados a un estilo completamente distinto. Las fricciones entre el compositor y los obispos de la catedral también eran habituales: García fue apercibido en repetidas ocasiones por descuidar su obligación de instruir y enseñar a los músicos, para centrarse casi obsesivamente en la composición. También tuvo conflictos con el cabildo por incumplir los plazos de entrega de las partituras de su obra en los archivos catedralicios, momento a partir del cual perdía el control sobre ellas.

De lo que no cabe duda es de la prolífica actividad del autor —compuso una media de casi 7 villancicos al año— y de que sentó escuela en Las Palmas: varios de sus alumnos se convertirían en músicos notables. «Fue el artífice de una gran modernización en la capilla. No era un mero artesano de la música, sino un artista que buscaba algo más. A pesar de ello, es un personaje menospreciado», señala Cuéllar sobre el maestro de Anna. En su defensa de la tesis, el profesor remató su intervención ante el tribunal interpretando diversas piezas del compositor, que ha estudiado minuciosamente.

Un personaje infravalorado

Cuéllar indagó hasta en las raíces humildes de García, cuyo padre ejerció como alcalde de la villa de Anna y fue condenado por no cumplir los derechos tributarios con el conde: un mazazo para la economía familiar que pudo contribuir a que se marchara, ayudado según sostiene el investigador por la influencia de un presbítero beneficiado de la catedral de Valencia con influencias en la corte y el convento de las Hermanas Descalzas de Madrid.

En su tesis, Rafael Cuéllar señala que, tras la muerte de Joaquín García «su música y su personas cayeron en un olvido que duró prácticamente dos siglos», hasta que diversos estudiosos incluyeron su nombre en los tratados que recopilan a los compositores españoles de relieve del siglo XVIII. Solo hay un trabajo monográfico previo sobre el maestro: el del investigador José Izquierdo.

Cuéllar lamenta que a pesar de tratarse de un músico «extraordinario», en su pueblo natal Joaquín García «está completamente olvidado». El oboísta apunta que su tesis es solo «un camino iniciático» y advierte de que no se trata de un «estudio definitivo» del autor, cuyos restos se cree que descansan en el convento de San Agustín de Las Palmas: «Hace falta una transcripción de la totalidad de la obra», añade. Para ello, resulta imprescindible facilitar el acceso a las transcripciones existentes. Cuéllar llama a las autoridades a que se impliquen para dar al maestro el realce que merece y rescatar su memoria de un olvido en el que ha permanecido demasiado tiempo.

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