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el mirador

Todos eran Charlie en la trobada

Las fariseas acusaciones con el ánimo de soltar tinta de calamar ante la opinión pública, y tapar o disimular sus vergüenzas, que en esta autonomía constituyen un tsunami, y que realizaba el PP contra el alcalde de Agullent (Compromís) y Escola Valenciana en el transcurso de la Trobada d'Escoles en Valencià, celebrada recientemente en dicha población valldalbaidina, por presuntamente «permitir a los niños de la Trobada insultar y emborronar fotografías de políticos del PP», cabe inscribirla en el acoso y derribo a la libertad de expresión, acreditado, que ha practicado el PP a lo largo de las dos devastadoras e interminables décadas de gobiernos de perversión democrática. ¿No será que en realidad lo que temen en el PP es el fin de la resignación y el despertar de una sociedad que ha madurado, empezando por los niños? Los resultados del exterminio del PP ahí están, por no quedar no está en pie ni la RTVV.

Una de las pruebas acusatorias del PP ha sido la fotografía con la imagen de la consejera de Educación, Mª José Català, «llena de pintadas y lemas contra su gestión», como Parlar valencià no es un defecte, mala persona, poca vergonya, etc, en el contexto de una de las múltiples actividades realizadas en uno de los 115 talleres de la Trobada de Agullent. Lo que a los escandalizados portavoces valencianos del PP les ha servido para rasgarse las vestiduras, invocando principios que ellos vulneran una y otra vez: «ataque frontal a principios básicos de la democracia». Los de Escola Valenciana, que son un gat escaldat de la beligerancia y hostilidad del PP, han respondido como lo que son, unos cavallers, asegurando que «se trató de un taller de expresión plástica a cargo de una artista de la comarca». Obviamente, ha habido disculpas formales. Si bien la del alcalde, en una inmerecida subordinación hacia el PP, ha preferido pecar por exceso, «condenando sin paliativos cualquier caricaturización, insulto o alusión de mal gusto a cargos institucionales o políticos, que se hayan podido realizar». Más certeras aparecen las explicaciones de Escola Valenciana: «la entidad vela por la buena educación en el País Valencià», que es una esencia de la cual carece, en general, el PP. Axiomáticamente el PP no comulga de esa buena educación.

Y es que el alcalde agullentí debía haber discernido entre caricaturización, y ahí están los sucesos contra la libertad de expresión del semanario Charlie Hebdo, y los insultos, si es que los pueden demostrar, ya que respecto al buen o mal gusto habría mucha tela que cortar al respecto. O es que la indignación permanente que el PP provoca entre padres y alumnos, recortando sin parar la escuela pública y otras políticas de guadaña y veneno mediático ¿no son un insulto y una mala educación?

Además de la estrategia reseñada inicialmente, a esta suerte de pronunciamientos les cabe la indisimulada corrupción de minar una altruista tarea, la de aquellos que se dejan la piel en pro de la cultura y la lengua autóctona de los valencianos. Sin excusar el falso victimismo que esgrime el PP para ejecutar un ataque frontal a la libertad de expresión. Sobre los populares planea una fundada sombra de fundamentalismo político e ideológico, sobre el que se sustenta su política, prepotente y dictatorial. La gente de la Trobada también era Charlie.

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