Las cimentaciones halladas hasta el momento en el polígono de la Vila se asientan directamente sobre niveles geológicos en una zona tradicionalmente poblada de cultivos, donde hasta hace no mucho había plantados naranjos. La abundancia de recursos hídricos en las inmediaciones —muy cerca circula el Brassal de les Dones— y la morfología de los terrenos los convierten en «muy aptos» para la agricultura, actividad que los musulmanes que vivían en la huerta de Xàtiva —ocupada desde época íbera—dominaban con soltura, según explica la arqueóloga Reyes Borredá. No es de extrañar que en los alrededores de este área reconvertida en polo comercial se hayan localizado en los últimos años otros restos arqueológicos de valor, como la villa romana que salió a la luz recientemente durante las obras de un establecimiento de bricolaje situado a escasos metros. «La población vivía en alquerías muy bien estructuradas en sitios muy estratégicos», apunta Borredá, para quien según los indicios la alquería pudo haberse abandonado de manera voluntaria y progresiva.
