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el mirador

Entre el optimismo y la realidad

Ala espera del acuerdo resultante de las conversaciones que en Valencia iniciaban a tres bandas, Ximo Puig, Mònica Oltra y Antonio Montiel, el panorama que se vislumbra, no diré que es de ensueño para los ontinyentins, pero pinta bien y esperanzador. Sobre todo a la vista de los avales electorales que presentó, en el transcurso de la campaña electoral, la candidatura socialista encabezada por Jorge Rodríguez, que inopinadamente ha resultado ser la más votada en democracia, y que ha pasado a percibir como su nombre ha sido colocado en la terna para presidir la Diputación de Valencia. La misma que, en buena lid, deberá iniciar el final de su anacrónica existencia, al igual que la del resto de las diputaciones provinciales.

En este nuevo tiempo de cambios que se otea en el horizonte, Ontinyent emerge del ostracismo de las últimas décadas con el crédito que le otorga a su ciudadanía la pujanza y las reivindicaciones del equipo gubernamental, que presidirá Rodríguez, ya que como es de creer harán realidad propuestas electorales como exigirle, des del minut zero, al nuevo gobierno de la Generalitat «que atienda su deuda histórica de 110 millones de euros con Ontinyent».

Cuadrar el círculo de las arruinadas cuentas que dejan tras de sí los 20 años de gobiernos calamitosos del PP no será tarea fácil para los nuevos gobernantes de la Generalitat. Quiere ello decir que ese minuto zero puede posponerse, lo cual no será grave si en el transcurso de esa dilatación se van atando cabos para que en el momento en que esas arcas vayan saliendo a flote, la pila de proyectos que conforman esa deuda centenaria, caso del desdoblamiento de las rondas, las rotondas de acceso a las avenidas del Conde Torrefiel y Daniel Gil, una solución definitiva a la línea Xàtiva-Alcoi o, por qué no, el nuevo hospital, se puedan ir materializando.

Las palabras de Rodríguez en las que aludían a que «el cambio de color político que se va a producir en Valencia desbloqueará inversiones largamente reclamadas», son síntomas que apuntan, eso sí tomadas con la cautela debida al haber sido pronunciadas en el fragor de la campaña electoral, a una permutación del signo de crónico confinamiento sufrido por Ontinyent.

Cuatro patas de gestión. Con el fin de apuntalar el mapa sobre el que va a descansar la gestión del próximo gobierno de Ontinyent, ya se ha dado el primer paso al anunciarse «cuatro grandes áreas de gestión», así como los nombres de sus coordinadores, los concejales Joan Sanchis, Rebeca Torró, Jaime Peris y Pablo Úbeda. Tampoco es manco el propósito avanzado, incluida la participación de los cuatro grupos de la oposición, de elaborar un Plan Estratégico, que sirva para «diseñar el crecimiento de Ontinyent en los próximos diez años». Un plan sobre el que habrá que estar atentos.

Es decir, que los titulares de las partituras inducen al optimismo, aunque el asunto de fondo va a ser contemplar cómo se las maravillan todos, empezando por Rodríguez y los responsables de de las áreas: Gestión eficiente y gobierno abierto y transparencia, territorio, Ontinyent para las personas y Ontinyent planifica; para que los directores de orquesta emulen a los Karajan o Zubin Metha, y se rodeen de buenos intérpretes, y que el concierto se ajuste a la partitura y no desafine la música que se toque a los dos lados del río Clariano.

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