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Biblioteca de familias

FRANCISCO BARBOYON, HISTORIA DE UN MAQUIS

Ma vecina Francia aprovecha la celebración del setenta aniversario del fin de la II Guerra Mundial para rendir homenaje a destacados miembros de la Resistencia Francesa que dejaron sus vidas en la liberación del país del yugo nazi. La Asamblea Nacional de Francia aclama al rey Felipe VI, y España al contrario que los franceses, ha sido incapaz de tributar algún recuerdo institucional a los republicanos que lucharon en la Guerra Civil y Mundial. En Xàtiva, contamos con un testimonio de aquellos años, cuya memoria nos puede evocar pequeñas e inéditas historias en relación a aquellos acontecimientos. Una primavera más, y a sus 93 años, Francisco Barboyon vuelve a su residencia de la calle del León para pasar sus vacaciones, y disfrutar de la familia que le queda por aquí. Me concede el honor de una pequeña entrevista para poder narrar la forzada experiencia que le llevó a formar parte del maquis francés tras su precipitada salida de Xàtiva, a los 14 años, de la mano de su padres, Artemina Botella y Paul Barboyon. Paul era un ingeniero químico francés llegado a Xàtiva para abrir una fábrica de almidón, negocio que no prosperó. Pero no se fue de la ciudad con las manos vacías, al tropezarse con Artemina, en una visita al castillo donde ésta pasaba el día junto a sus queridas hermanas. Comenzó así una relación epistolar que acabó en boda, dado el carácter internacional del trabajo de un Paul, que viajaba de país en país, para abrir sucursales de una multinacional química. En Río de Janeiro nació Francisco en 1922, y allá le escribió el padre de Artemina, Hilario Botella, cansado de no poder ver a su hija, y conocer del nacimiento de su nieto por carta. Le ofrecía a su yerno la dirección de las Destilerías Botella para que así pudiesen arraigar en Xàtiva. Paul aceptó, y Artemina pudo así continuar su relación como escritora en Xàtiva. Hasta la fecha de su boda, redactaba en el Heraldo bajo el pseudónimo de María Luisa. Ahora, a su regreso cambiaba de firma y se convertía en Violeta, columnista política del semanal El Progreso, una acérrima defensora de los valores propuestos por la constitución de la Segunda República. Así dispuesta a despertar la adormecida conciencia de la mujer en pos de la igualdad del género humano, fundó en su domicilio la primera Agrupación Feminista de Xàtiva, y posteriormente se convirtió en concejal por Izquierda Republicana, motivo por el cual abandonó la ciudad junto a su familia, tras el estallido del Golpe de Estado, para evitar así una represión segura en caso de victoria de los militares sublevados, como a la postre ocurrió con muchos de sus compañeros, y siguiendo así los sabios consejos del consulado francés que intuía que aquel pronunciamiento iba a degenerar en una Guerra Civil.

Refugio en Francia. La nacionalidad francesa de Paul permitió reanudar a la familia una nueva vida entorno a Lyon en espera de los acontecimientos de España, aunque las desgracias no cesaron. Primero su piso de Xàtiva fue asaltado por las hordas falangistas tras la victoria de los sublevados, a pesar de estar bajo la protección del consulado francés. Posteriormente murió Paul pensando que lo que estaba pasando en España, no podía extenderse a Europa. Dos meses más tarde estallaba la II Guerra Mundial, mientras Artemina sacaba adelante a su hijos, Francisco y Pablo, como trabajadora del servicio de paquetería del diario francés Le Progrés. Los infortunios prosiguieron y las tropas de Hitler ocuparon Francia. Lyon quedó bajo la jurisdicción del mariscal Petain tras la firma de un armisticio con Hitler, y evitar así la ocupación total del país. Situación temporal, ya que la relativa tranquilidad de la deshonrosa capitulación acabó pronto, y la Gestapo no tardó en peinar el territorio a la caza de judíos, y jóvenes veinteañeros franceses, para que prestasen servicio forzado en las fábricas alemanas. Francisco huyó de su casa para esconderse en los bosques de la Alta Saboya. Se convirtió en prófugo, uniéndose a la Resistencia Francesa, que le dio documentación falsa, y lo convirtió en un correo sin armas, ya que él se negaba a llevar pistola. Aquello le hubiera asegurado una muerte segura en caso de ser capturado. Tras un corto período de maquis, y escondido por los lugareños de la zona, consiguió llegar en bicicleta hasta la frontera suiza, territorio neutral, donde se unió a las tropas aliadas que habían desembarcado en Europa por Normandía. Afortunadamente, Francisco no tuvo que pisar el frente de batalla europeo, y fue enviado a la Argelia francesa a recibir instrucción militar, y de allí a una escuela de aviación, donde unos problemas de oído le impidieron volar. Así acabó sus obligaciones militares sin despegar el vuelo, y ayudando en las labores de intendencia y aprovisionamiento de la aviación francoamericana, hasta que logró licenciarse y regresar junto su madre y hermano. En 1948, abierta ya la frontera con España, volvió a Xàtiva con un Renault para ver cómo estaban sus primos y su saqueado domicilio. Relación que continuaría con la capital de la Costera hasta el día de hoy, y de la que hablaremos en otra ocasión, ya que las conversaciones con el señor Barboyon dan para mucho.

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