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lascivia

Agosto. El calor setabense se desparrama por la ciudad asfixiando, aplastando a los mortales como si fuesen hormigas. Un grupo de chicas jóvenes, cubiertas con vestidos que apenas ocultan lo esencial, gritan y parlotean como posesas, ajenas a cualquier norma dictada por el decoro o la educación. De pronto, aparece una mole oscura, totalmente cubierta por diversas capas de ropajes de pies a cabeza, bamboleándose al caminar como suelen hacerlo las matronas musulmanas. Cruza entre ellas ignorando su presencia. No hay puntos de contacto entre ambos mundos. El contraste entre la mujer musulmana y las niñatas "cristianas" es brutal. Y nos hace recordar tiempos pasados. Así iban vestidas las moriscas setabenses, hace cinco siglos, aunque bien es verdad que ellas apenas salían de su barrio, el Raval, e incluso de sus propias casas. ¡Y pensar que los cristianos de la época consideraban su forma de vestir "lasciva" y que invitaba a la concupiscencia! La relativa mayor higiene de las mujeres musulmanas, obligadas por su religión a practicar las abluciones cinco veces al día, en todo caso mayor que la de las mujeres cristianas, era una invitación a sus maridos para realizar el acto sexual.

En definitiva, y en opinión de los setabenses, los musulmanes "criaban como conejos" y pronto supondrían un peligro para su supremacía. Muchas conclusiones y preguntas se pueden obtener de lo expuesto. Una de ellas es obvia. ¿Si la vestimenta morisca parecía "liviana" a los cristianos, cómo irían de cubiertas sus mujeres, las antepasadas de las niñatas gritonas? El verano setabense sería insoportable para ellas. Además, si viesen a las adolescentes "cristianas" actuales, sus descendientes, seguro que abominarían de ellas y su indecorosa vestimenta. Por añadidura, ¿cabe penar que el islam ha permanecido inmóvil durante cinco siglos mientras que los cristianos que renuncian a su tradicional religión se han "modernizado"? No estoy seguro de ello. Tanto la vestimenta de las mujeres musulmanas, seguramente impuesta, como la falta de la misma de las "cristianas", también impuesta por la moda y los medios de comunicación, con la aquiescencia de padres poco o nada formados por voluntad propia, producen el mismo bochorno. Dejamos la nota lasciva y la amenaza latente del testimonio histórico al entendimiento de cada lector.

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