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La Noticia setmanal a la Vall Blanca

Más «cornás» da el neo-nacional-catolicismo

Cuando el pasado domingo el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, cerraba el desfile procesional de la ofrenda de flores a la Purísima acompañado de su séquito de concejales, además de representantes de las antaño denominadas «fuerzas vivas», estaba transgrediendo uno de los avales que le llevaron el pasado mayo a volver a obtener el gobierno de la ciudad. Rodríguez escenificaba una de las contradicciones que llevan implícito el ejercicio del poder y la toma de decisiones, como es el sostener in hilo tempore uno de los iconos del nefasto régimen político anterior, plasmado en la práctica en esa suerte de cuadro neo-nacional-catolicista. O lo que es lo mismo, inopinadamente se ha erigido en representante de la casta y de la caspa. ¿Con estos gestos cree realmente que uneix a todos los ontinyentins?

La decisión adoptada por la piña socialista de Rodríguez, a mayor abundancia coincidía con el día de la Constitución, la misma que nos habla de un Estado laico, lo que no fue óbice para que se la ignorara. ¿Cómo? no tomando en cuenta los pensamientos y sentimientos de su electorado más esencial. No, Rodríguez debe saber que no se puede seguir escondiendo la historia. Que como canta Serrat, «el señor cura a sus misas». Que el nacional-catolicismo es antidemocrático y, en consecuencia, contrario a los preceptos de una sociedad moderna.

Rodríguez goza del vist i plau de la mayoría ontinyentina. Un concepto de aluvión, que no pasa de ser un totum revolutum. Eso significa que al batle no le vale la ambigüedad calculada, que debe mojarse y dejar de escorarse hacía espacios de confusión, como son los de consentir en los usos tradicionales propios del electorado del PP que, a falta de un tótem consistente para idolatrar, le depositaron la papeleta en las urnas el pasado mayo. Lo que no significa que hayan abrazado la marca socialista, como tendrá oportunidad de comprobar el próximo día 20, o como ya sucedió con el voto autonómico la pasada primavera.

Rodríguez debe saber que si sigue enarbolando la bandera del nacional-catolicismo se deslegitima para ser adalid de una presumible segunda Transición. Su futuro es de elección, el político está, sobre todo, en sus manos. Si acierta en tan difícil arte, serán muchos los que lo celebrarán. Por ello no se entiende que el aparato humano que flanquea a J. Rodríguez arroje tanta opacidad y tan poca transparencia a la hora de reconocer qué cantidad se le abona a un grupo local de comunicación por las retransmisiones televisivas de actos que emulan al nacional-catolicismo, como la ofrenda o la misa de la Purísima. O si los confusos patrocinios forman parte de facturas que en 2014 superara los cien mil euros.

Botellón, el estupefaciente del Bou. Que el alcohol, versus botellón, se ha erigido en el protagonista del Bou ontinyentí, solo había que acudir al servicio de urgencias del hospital los pasados sábado y domingo. Que desde el gobierno municipal se intoxique la realidad poniendo en tela de juicio su pretendida transparencia con proclamas: «El Bou cierra con 32 atenciones sanitarias leves». Si tenemos en cuenta que esos 32 casos han sido leves y que por eso fueron atendidos en el hospital de campaña del casco urbano, ¿dónde quedó registrada la pila de borracheras, intoxicados etílicos o heridos que se atendieron en urgencias del hospital de Ontinyent?

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