Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

en busca de la economía perdida

El pasado domingo finalizaba en Madrid Fitur 2016. Ontinyent ofreció para la ocasión incentivos como «historia, gastronomía, cultura y sus espectaculares fiestas de Moros y Cristianos», según apuntan desde su representación, el gobierno municipal. Al respecto la concejala ontinyentina de Turismo, Sayo Gandía, ha manifestado que «estamos trabajando en un plan estratégico de ciudad que atenderá muy especialmente el ámbito turístico porque Ontinyent tiene mucho potencial en el turismo de interior».

Con todo, vaya por delante la buena voluntad que, sin duda, asiste en la gestión a la susodicha edil y al gobierno del que depende toda esta suerte de iniciativas de marketing turístico de la marca Ontinyent. Pero en el computo del mercado global en el que nos movemos, viene a ser como garbellar aigua. Resulta sintomático, en relación a lo antedicho, que esta es la hora en la que nadie ha puesto en negro sobre blanco los dígitos positivos que reportan campañas como ir a Fitur. Las cifras del debe, aunque no se hacen públicas, suelen ser, eso sí, de poco relieve. El enigma salta cuando, edición tras edición, no salen los números positivos que, a corto y largo plazo, se pueden escribir en el haber. Es en este punto donde se suscita el quid de la cuestión. Porque en una feria internacional que se venda como reclamo «la gastronomía, las Fiestas de Moros y Cristianos o parajes naturales emblemáticos y un centro histórico», es por decirlo suave, muy atrevido. Máxime cuando la profesionalización, el servicio, o los horarios de la hostelería local (potencial beneficiaria), salvo contadas excepciones, solo parece estar preparada para atender el bocadillo de la mañana o las cenas del fin de semana. Mientras que el hospedaje sobrevive a base de eventos extra.

No. El turismo, hoy por hoy, aún dista un buen trecho de ser un recurso económico clave o complementario. Sobre todo para Ontinyent, una ciudad que se debate por encontrar un modelo económico, ante los nuevos retos del mundo actual. Además de carecer de una infraestructura que recaude los hipotéticos beneficios turísticos que repercutan en la economía de la ciudad, cabe preguntarse no ya a nivel nacional o internacional, sino meramente comarcal o del ámbito de las CCV, si la oferta turística cultural, gastronómica, urbanismo, etc., ¿no se sustancia en un quiero y no puedo? Lo digo por el pretendido Museo del Textil de la Comunidad Valenciana, sólo por ejemplo. ¿De verdad que a alguien más que no viva entre la urbanización Helios de Ontinyent y la ermita del Pla le puede interesar lo expuesto en Fitur?

Otras iniciativas esperanzadoras. En esto de la economía no se puede ya recurrir ni a los antaño doctores de la iglesia, sea lo que sea lo que significara eso, como la más reciente historia nos ha demostrado. Hemos visto caer muy altas torres. Así que medidas económicas como las que ha tomado, y sigue en el empeño, el gobierno de Jorge Rodríguez, cabe saludarlas desde la irrenunciable esperanza. Caso del nuevo plan, presupuestado en un millón de euros, o la reactivación económica y fomento de la ocupación. A modo de legado lapidario, Joan Gilabert, como despedida municipal tras dimitir, escribía unas sustanciosas reflexiones en las redes sociales que les invito a descubrir.

Compartir el artículo

stats