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El Mirador del Benicadell

La amistad entre revert y los castro

En 1995, con ocasión del 50 aniversario de la empresa textil de Ontinyent Revert, ésta editó un libro acerca de su historia. En él podía leerse: «Ya a principios de los 60, pese al bloqueo internacional a la isla caribeña, Don Manuel (Revert Nadal) había conseguido enviar un cargamento de mantas destinado a cubrir las necesidades de los hospitales y el pueblo cubano, a pesar de que este envío se realizó sin contar la empresa con garantía alguna de pago por parte del gobierno cubano». Tal gesto, el de poder cobrar «cuando sus condiciones económicas se lo permitieran», llegó a oídos de Fidel Castro, por entonces presidente del país, quién enseguida mostró su interés por conocer al «gallego». Aquel fue el inicio de una larga amistad entre la familia Castro y la de Revert. Algún tiempo después, según recogía la Gaceta Oficial del gobierno cubano, éste le otorgaría la medalla de la Amistad. Tanta fue la estima que sembró Manuel Revert que, una década después de su muerte, en diciembre de 1999, el gobierno de Castro quiso tributarle un homenaje público levantándole un busto en bronce, que fue ubicado en la céntrica y popular zona ajardinada de la avenida del Puerto de la Habana.

Poco tiempo después, en otro gesto de amistad, ya en el siglo actual, Revert abría una tienda de textiles en la calle Obispo de la Habana Vieja. De esta forma, José Ramón Revert sigue enarbolando la antorcha de amistad que encendió su padre y que, el hijo de José Ramón, lleva visos de mantener encendida, en tercera generación. Fue aquella una diplomacia entrañable, doméstica y amistosa. Pero solvente y eficaz para ambas partes. Alejada de oficialismos y diplomacias. Atrás quedaba, en la memoria de M. Revert, su abuelo, que vivió muchos años en Cuba. Pero también un episodio histórico para España, la guerra de Cuba, cuyo detonante fue el hundimiento del acorazado Maine. La explosión del Maine le sirvió de justificación a Estados Unidos para declararle la guerra a España. El desenlace para España fue la pérdida de las colonias de Cuba y Puerto Rico.

Tras la Revolución cubana, en enero de 1959, la historia de Cuba ha ido unida y presidida por los hermanos Castro. Ahora parece llegada la hora de la reconciliación, la del final del bloqueo internacional a Cuba. Cuando lentamente aquel país se dispone a iniciar un cambio de tiempo. Tras las visitas de los últimos Papas, en los próximos días está anunciada la visita estelar y mediática del presidente estadounidense Barack Obama. La carcasa la pondrán, a renglón seguido, los Rolling Stones, con un concierto para multitudes en la Habana. Francia ya hace unos meses que fue a tender puentes con la visita de su presidente F. Hollande.

Simultáneamente, en España, medios como Expansión, en noviembre del 2015 se hacían eco del viaje a Cuba (que no pasó de agua de borrajas, según lo transcendido) de los ministros españoles de Economía, Luis de Guindos, e Industria, José Manuel Soria, para asistir a la 33 edición de la Feria Internacional de La Habana. Y mientras, Obama se dispone a conquistar en los próximos días el corazón de Cuba con la diplomacia y la amistad. Es asunto de cuatro gatos, caso del presidente de Balearia y unos pocos más, los cuales, a falta de unos embajadores que emulasen a Manuel Revert, intentan por su cuenta estrechar lazos económicos de amistad. Son conscientes de su orfandad oficial, tanto del gobierno nacional, como del autonómico.

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