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Tribuna libre

Llutxent, en el origen del corpus

de febrero de 1239. Tropas cristianas al mando de Berenguer de Entenza están acampadas en el Puig del Codol frente al castillo del Xio esperando el momento propicio para atacarlo, ya que se creía que Pedro Alcalá, sobrino del Gran Maestre del Temple Rodrigo de Llisana, se encontraba preso en dicha fortaleza. El capellán de los Tercios de Daroca, Mosén Mateo Martínez, se dispone a celebrar la misa y consagra seis formas para dar la Comunión a Berenguer de Entenza y los cinco capitanes que comandaban los tercios de Calatayud, Daroca y Teruel. Ante el ataque sorpresa de los moros, el capellán para evitar que las formas fueran profanadas, las esconde envueltas en los Corporales en unos matorrales cercanos. Rechazado el ataque, al ir a buscar las formas envueltas en los Corporales para proseguir la misa contempla con estupor que las seis formas sagradas se habían transformado en seis pedazos de carne viva que sangraban.

Ante tal acontecimiento se suceden las discusiones entre los capitanes para llevárselos a sus respectivas ciudades. Al no haber consenso, se adopta la solución salomónica de poner un cofre con los Corporales en su interior, a los lomos de una mula, y donde ella parase sería designio divino que se quedasen allí. La mula, tras pasar por Xàtiva, Segorbe, Teruel, etc, cayó muerta frente a las murallas de Daroca, y desde entonces se conservan en la Basílica de Santa María de la ciudad aragonesa.

El sucinto relato del milagro es imprescindible para entender los acontecimientos posteriores. Unos años más tarde, Daroca envía 2 representantes a Roma para que narraran al Papa Urbano IV lo acontecido. Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura fueron los encargados de presentar al Papa a los emisarios. Por esas fechas tuvo lugar también el milagro de Bolsena, Italia. Un sacerdote que tenía dudas sobre la presencia de Jesucristo en la eucaristía, se encontraba oficiando la misa cuando al levantar la hostia para consagrarla empezó a sangrar llenando el cáliz, inundando los ornamentos sagrados que hoy se encuentran expuestos en la catedral de Orvieto, capital de la diócesis. Ante dichos milagros, el Papa Urbano IV promulga el 29 de agosto de 1264 la encíclica «Transiturus de hoc mundo» en donde instaura la Festividad del Corpus Christi en toda la Iglesia Católica.

Historia, leyenda, fe y tradición se entremezclan en este relato, pero lo bien cierto es que Llutxent y los valencianos se pueden sentir orgullosos de que un acontecimiento ocurrido en nuestras tierras vaya íntimamente ligado a la fiesta más importante de la Iglesia Católica.

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