La propuesta teatral incendiaria, transgresora y un tanto bestia de Xavi Castillo se adueñó antenoche de la plaza de la Seu con espectáculo saludablemente gamberro y sin espacio alguno para las sutilezas. Quizá fuera ése el lugar más apropiado para que el cómico alcoyano regresara a Xàtiva dentro de la programación ferial tras el veto decretado por el PP de Alfonso Rus después de El chou de 2004 en la plaza del Mercat. Y la expectación que rodeaba los días previos al montaje cristalizó en un lleno de gom a gom. La plaza estaba a reventar. Un llenazo que si los gestores municipales apuntan en el haber tendrán que compensarlo con el debe de una Murta desoladoramente vacía en el homenaje a Concha Piquer o con apenas media entrada larga en la inauguración. Por no hablar del fiasco de la plaza de toros tanto el freestyle como en la doma de ayer por la tarde.

Xavi Castillo se apuntó anteayer a la desmesura; a un desparrame actoral en el que despachó contra Rus „lo representa sujetando una reja a modo de barrotes de una prisión„; contra Rita Barberà, contra Cañizares... También hubo estopa, contenida, contra los gobernantes actuales: ironizó con las desavenencias del tripartito o le endosó a la cara a Roger Cerdà un homenaje a Bruno Lomas que el primer edil tuvo que encajar con una sonrisa. También reprochó al gobierno local su ubicación en el espectáculo. Lo secundamos: en un montaje tan libertario y transgresor como el de anoche, donde la asistencia es absolutamente libre, resulta considerablemente provinciano que el equipo de gobierno se reserve la primera fila „y varias más„ como si asistiera a un acto oficial.

Por lo demás, el espectáculo „salvo el exceso de metraje„ no defraudó: se juntaron pasajes ya archiconocidos con apuntes nuevos y, sobre todo, destacó la banda con la que Castillo se acompañó. Dos horas y pico de teatro bestia e inmisericorde. ¿Zafio? También. Teatro puro.