Amaral tocó anoche en Ontinyent ante poco más de 1.500 personas, menos de la mitad de un aforo estimado de 4.000 en el Clariano. Pocos jóvenes y mayoría de espectadores de entre 40 y 50 años, en un ambiente un poco frío al principio que no tardó nada en animarse. Eva Amaral y Juan Aguirre irrumpieron en el escenario a las 23.07 y la gente no tardó en entregarse. De fondo, una gran Luna en una pantalla y en el techo luces que simulaban constelaciones de estrellas. Eva iba vestida con un traje largo de lentejuelas morado. Unas veces se gana y otras se pierde fue la pieza de salida, con la que el público comenzó a activar sus móviles para grabar este portentoso ejercicio vocal que la intérprete remató con una pandereta.

El concierto prosiguió con Revolución, tema acompañado de proyecciones de las principales revoluciones del siglo XX. Y el público, eufórico, entonaba a capella el estribillo. En tercer lugar sonó Kamikaze, muy bien acogida también con palmas al unísono por parte del público en el solo de guitarra. Tras la breve pausa después de estas tres canciones, Eva se dirigió a los espectadores: «Buenas noches Ontinyent. Muchas gracias por acompañarnos en concierto. Gracias por haber venido a esta gira de presentación de nuestro ultimo disco de estudio. Esta canción seguramente la conocéis. Habla de no soportar, de no tolerar situaciones injustas», explicó para así dar paso al siguiente tema. «Muchísimas gracias. Entre todos podremos acabar con esto», agregó.

No sé que hacer con mi vida sonó anoche en quinto lugar. En la sexta, Eva y Juan se quedaron solos en el escenario para lanzarse con Moriría por vos, pieza ya emblemática de su repertorio que recibió una grandísima acogida por parte del publico con una sugerente luminación roja sobre Eva. Seguidamente llegó Nocturnal, que da nombre al disco. Y el escenario volvió a convertirse en un cielo estrellado con la Luna en el centro de todas las miradas que, en la siguiente pieza se convertía en una bola de discoteca.

Al cierre de esta edición el dúo proseguía con un concierto en el que todavía quedaban muchos de los éxitos que los fieles de Amaral esperaban corear con entusiasmo, en una actuación muy visual y con la potencia sonora del grupo.