El río Albaida cumple con el caudal mínimo ecológico y la mortandad de la fauna piscícola registrada en su seno es «preocupante» pero no «catastrófica». Estas son las explicaciones que ofrece la Confederación Hidrógrafica del Júcar (CHJ) después de la inspección sobre el terreno que ha desplegado la Guardería Fluvial para calibrar las consecuencias del drástico descenso del nivel del agua en el lecho, especialmente alarmante en la zona de confluencia entre la Ribera y la Costera.
El organismo de cuenca confirma lo evidente y atribuye el incremento de la muerte de peces a la falta de oxígeno derivada de la «tremenda sequía» que está padeciendo el territorio. «Lejos de mejorar, la situación va a peor», constata un portavoz de la CHJ. La ausencia de lluvias explica, según estas fuentes, la aparición de decenas de carpas y barbos sin vida en la orilla del cauce, en las inmediaciones del antiguo Pont de Fusta que unía Xàtiva y Manuel, tal como informó Levante-EMV.
En el término de Manuel, el río se ha secado completamente en algunos puntos y se observa un descenso de tres metros en el nivel del agua. A lo largo de dos kilómetros, transcurre prácticamente con un hilo de agua. No obstante, la organización hidrográfica garantiza que el caudal ecológico del río Albaida «se está cumpliendo» mediante el vertido reglamentario de 200 litros por segundo de agua procedentes del embalse de Bellús, que regula el caudal del afluente del Xúquer.
El organismo sale así al paso de las críticas que el jueves exteriorizó el alcalde de Manuel, Josep Manuel Pastor, por el agotamiento «al 100%» de los recursos del lecho a su paso por el municipio. El edil cuestiona el caudal ecológico que esgrime la CHJ y pide un mejor mantenimiento para preservar su flora y su fauna y garantizar el riego a los agricultores, que también notan la carestía del agua que corre por las acequias. «Hay que compaginar la sequía con los usos (de regadío) y la biodiversidad y eso se está cumpliendo», responden desde la Confederación.
La entidad hace hincapié que la muerte de peces «suele ser frecuente todos los años» por estas fechas, aunque admite que este verano el fenómeno reviste una «mayor intensidad». «No es algo catastrófico, pero sí preocupa», puntualizan las mismas fuentes. En cualquier caso, tras revisar diversos tramos del río afectados por la sequía, la Guardería Fluvial no concreta el número de ejemplares muertos pero sitúa la cifra por debajo de los varios cientos a los que aludía un experto consultado por este diario.
Seguimiento del río
Los vigilantes del dominio hidráulico están examinando la evolución del comportamiento del río y van a efectuar un seguimiento los próximos días. El pantano de Bellús embalsa un tercio de los recursos habituales por estas fechas, según los registros de los últimos 10 años. La CHJ confía en que el embalse regrese a sus niveles normales con las lluvias de otoño. Habrá que esperar mirando al cielo.
