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Ni Meruts ni Diània

definitivamente Ontinyent tira la toalla en lo referente a eventos musicales de alcance. Inicialmente fue la suspensión del Festival Diània, un macro encuentro de tres días que venía celebrándose como una alternativa joven y laica, trufada de música y actividades culturales, a la Semana Santa. Sus organizadores, el pasado 18 de enero, publicaban un comunicado anunciando que este año no re aliza, si bien dejaban una puerta abierta a la cita bianual al manifestar que el festival de primavera de las comarcas centrales valencianas descansa un año «para poder plantear una cuarta edición en el 2018 con más fuerza». Sin embargo, y pese a los buenos propósitos expresados por uno de los jóvenes implicados en su organización, Casimir Romero, la continuidad no parece asegurada ni así. Los problemas expuestos por Romero, coinciden con los señalados por Delia Celada, del grupo organizador del Meruts. Ya sean de índole económica (con pérdidas, al menos en el caso del Diània) o por falta de apoyos de las asociaciones y de regeneración del colectivo organizador, muy ostensible en el caso del Meruts ya que muchos de sus miembros, tras una década de labor altruista han crecido y tienen otras ocupaciones y prioridades sin que haya aflorado un relevo generacional.

Además, la nueva normativa municipal que modifica su colaboración en materia de subvenciones, en aras de la transparencia, chocaba con los principios altruistas de los organizadores; al menos en el caso del Meruts. A todo ello se suma la ausencia de la, en cierto modo, tutela que aplicó el anterior concejal de Juventud, Pepe Pla, de Compromís. Sin olvidar la falta de espacios donde ubicarlos, sometiéndolos a un peregrinar nada beneficioso en cuanto al Diània ya que si inicialmente se celebraron en los campos de fútbol de la Purísima, al ser estos recubiertos de hierba artificial, fueron reubicados junto al polideportivo municipal. Para celebrar el Meruts su última edición en el estadio el Clariano. Por no hablar, por cierto, del non nato Alter Festival (con Dorian) que no llegó ni a hacerse.

Por todas las razones expuestas, resulta más que imposible la continuidad del Festival Meruts, que se venía celebrando el martes de la semana de fiestas de agosto. A esos inconvenientes ha venido a sumarse la saturación de ese modelo con la disminución de público sin bajar los gastos, y por tanto sin poder elevar el tirón con según qué nombres en lo musical. Atrás quedan, pues, citas como las de la última edición: Auxili (Ontinyent) Smoking Souls (Pego), Sva-Ters, (Alcàsser) o Diluvi (Alcoi).

La banalización es la alternativa del gobierno ontinyentí. El pasado 24 de abril, tras el anuncio del fin del Meruts, el gobierno municipal salía al paso intentando cubrir dicho vacío con «un nuevo festival joven»; «una alternativa de música para los jóvenes que llene el vacío que deja Meruts», dijeron. El ideólogo y manifesser; el que corta el bacalao en esta materia, el brazo derecho del batle, exponía sus principios (muy banales en lo musical) añadiendo que «la idea es hacer un festival con grupos como Zoo, alguna formación en valenciano y un dj de electrónica, para ofrecer una propuesta más ecléctica; que llegue a todos los gustos». De ahí que en su comunicado final, los organizadores del Meruts se curasen en salud: «No nos gustaría que se nos instrumentalizara como recurso fácil desde el gobierno para contentar a las masas». Pues eso.

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