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Una temporada anómala

El ascenso del Ontinyent rubrica una campaña en la que el club ha sorteado circunstancias singulares

El Ontinyent CF, en la celebración por el ascenso a Segunda División B, anteayer. Perales Iborra

El ascenso a segunda B del Ontinyent CF ha sido épico, pero la temporada ha estado plagada de circunstancias anómalas, que han ido ocurriendo antes y durante el campeonato. Ha sido la liga en la que el proyecto inicial se ponía en manos de John Clarkson, pero el escocés duró dos telediarios al frente del equipo. Con la pretemporada ya iniciada, el presidente Luis Ortiz no tuvo más remedio que reactivar la opción Mullor. Entrenador y mandatario habían protagonizado semanas antes una encendida polémica tras la no renovación después de disputar la promoción de ascenso. Con Miguel Ángel Mullor de nuevo en el banquillo, la preparación volvía a comenzar de cero.

El técnico ontinyentí fue modelando el equipo a su antojo y un gran inicio de temporada permitía tapar las carencias. La siguiente piedra en el camino fue la remodelación del Clariano, que obligó a buscar campos alternativos para entrenar y jugar. Unas obras que provocaban un agrío enfrentamiento del presidente con el ayuntamiento y la posterior dimisión de Luis Ortiz. Sin una cabeza visible en la entidad, se temió por la repercusión en el rendimiento deportivo, pero una vez más, jugadores y técnicos hacía frente común y el Ontinyent seguía dando alegrías a sus aficionados.

El club necesitaba alguien al mando y Edelmiro Ortiz es el elegido hasta la convocatoria de elecciones. El proceso concluye con la nueva elección de Luis Ortiz y la curiosa circunstancia que, durante los últimos meses, el Ontinyent debe ser el único club con dos presidentes. Al tiempo, Ortiz arranca la conversión de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva, mientras Mullor y los suyos siguen su camino y acaban clasificándose para la promoción de ascenso como terceros clasificados de grupo. Terrassa, Arcos y Alavés B han sido los rivales.

En cada eliminatoria, el Ontinyent ha tenido que sudar la gota gorda. El Terrassa se vio como favorito y lo acabó pagando. El Arcos lo tenía todo de cara tras ganar 1-2 en El Clariano, pero la vuelta fue blanquinegra (0-2). Finalmente, el Alavés B era el último escollo y el 3-0 de la ida dejaba la eliminatoria casi resuelta, pero había que jugar en Vitoria. Y el Alavés intentó por todos los medios complicar la semana previa con denegación de entradas, imposibilidad de entrenar en la ciudad deportiva o un horario (11:30) desaconsejado en estas fechas. La táctica pareció darle resultado al filial, que igualó el 3-0 y forzaba la prórroga, y los penaltis. Con lo que no contaba el Alavés era con el chaval Iván Vallés. Las dos paradas del portero juvenil del Ontinyent conducen directamente a la segunda división B.

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