En una sociedad cada vez más global que crece de espaldas al mundo rural, el Consorcio de Residuos (COR) ha puesto el foco en los pueblos de menos de 350 habitantes para desplegar una experiencia piloto inédita en territorio valenciano que aspira a potenciar la recogida selectiva de la fracción orgánica, con la misión de aproximarse al objetivo europeo de reciclar en 2020 el 50% de los residuos que se generan.

El organismo, que engloba a cinco comarcas donde el 80% de sus 93 municipios tienen menos de 5.000 habitantes, cierra hoy el plazo concedido a los alcaldes para que se adhieran al programa de compostaje comunitario lanzado a comienzos de año con un alto porcentaje de adhesiones. De las 17 poblaciones de hasta 350 habitantes que conforman la Costera, la Canal, la Vall d'Albaida, el Valle de Ayora y la Safor, una docena ha manifestado su deseo de sumarse a la iniciativa. A Torrella, Beniatjar, Benissuera, Sempere, Estubeny, Vallés, Cerdà, Pinet, Aielo de Rugat, Almisserà y Bellús se añaden Otos (448 habitantes), la Font de la Figuera (que planea aplicar el esquema de los biorresiduos en un barrio vecinal, como está haciendo Ayora con éxito) y Xàtiva (que hará lo propio en sus pedanías).

Todas estas localidades optan a albergar (una o dos) islas de compostaje comunitario diseñadas por el COR con un equipo de ingenieros y técnicos de la Universidad Miguel Hernández de Elx. El sistema sigue el camino abierto por Carrícola, cuyo ayuntamiento fue pionero en la gestión de la materia orgánica y ya ha puesto a disposición del COR su planta para adaptarla al encaje global articulado por la Conselleria de Medio Ambiente. Las nuevas instalaciones, con una capacidad máxima para albergar 10 m3 de biorresiduos y compost de procedencia domiciliaria y jardinería (papel, cartón, biorresiduos de cocina y restaurantes y restos de poda de parques y jardines), ofrecerán un tratamiento in situ de la fracción orgánica en un esquema de economía circular, puesto que el compost resultante se destinará a abonar jardines municipales y a la agricultura local. Según los planes de la entidad, el número de «islas» oscilará entre las 12 y las 18 en esta primera fase. El coste de cada una de ellas, que gestionarán los ayuntamientos, se presupuesta en 21.696 euros. A través de una subvención de la Generalitat, el COR ha invertido ya 150.000 euros en maquinaria asociada: una furgoneta, una biotrituradora, una volteadora y varias tamizadoras. Mientras se elabora una estrategia global de biocompostaje, el organismo quiere «poner la ruralidad en el mapa» e incidir en la importancia de la gestión «micro» de los residuos. El sistema de compostaje apuesta por disminuir las emisiones de CO2 y los costes de transporte y tratamiento en planta que repercuten en el recibo del COR. Un ejemplo: los vecinos de Carrícola pagan 34 euros. Los de Xàtiva, el doble.

Apoyo económico y técnico

El proyecto también se orienta a la creación de empleo en zonas cada vez más despobladas. Según las bases del programa, los municipios interesados en albergar las «islas» han de aportar los terrenos necesarios de manera que se facilite la gestión del residuo, minimizando los impactos potenciales. El COR ofrece apoyo económico para la implantación inicial y prestará un servicio mancomunado de gestión técnica y asesoramiento en la explotación de las instalaciones a través de su comisión de biorresiduos, presidida por el alcalde de la Font, Vicent Muñoz. En el proceso de selección de poblaciones para la fase inicial, se valorarán las parcelas propuestas, el ámbito de recogida, los medios aportados por cada consistorio, el apoyo social para la implantación del sistema y una serie de criterios sociales que buscan incentivar la contratación de personas en riesgo de exclusión del mercado laboral, jóvenes menores de 25 años y mujeres maltratadas. Del transporte, recogida y depósito en composteras de los residuos podrá encargarse personal propio de los consistorios, la empresa recolectora o voluntarios.

Dos islas de compostaje pueden gestionar el biorresiduo de todo un término de menos de 350 habitantes. Se calcula que a las instalaciones de compostaje comunitario llegará un 32,8% del total de residuos de cada población. Las islas dispondrán de un depósito para la recogida de agua de lluvia que regará la pila de compostaje, una barrera vegetal perimetral y energía solar. El «modelo Carrícola» ha llegado para quedarse.