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Mujeres y encajadoras de naranjas: la historia de les Valls y de la lucha contra la discriminación

Un documental impulsado por el Ayuntamiento de Quartell da voz a decenas de trabajadoras de los almacenes - «Hace 50 años era impensable pedir reducción de jornada para cuidar a los hijos»

Mujeres y encajadoras de naranjas: la historia de les Valls y de la lucha contra la discriminación

Mujer trabajadora en Les Valls es sinónimo de encajadora en almacén de naranja. Una especialización que desde el siglo XX ha quedado casi exclusivamente reservada a la figura de la mujer, en un camino que comenzó con una brecha salarial sangrante para llegar a la consecución de derechos y equiparación salarial en la primera década del siglo XXI.

«Durante años trabajé en un almacén de naranja. En ocasiones concatenábamos jornadas laborales desde primera hora de la mañana hasta la tarde e incluso la noche. Todo para que ahora no podamos cobrar una pensión», afirma Rosa Vilar, una mujer trabajadora que se ve obligada a subsistir con la pensión de viudez sin tener reconocido su trabajo.

Esta es la historia de muchas mujeres que se iniciaron en el mundo laboral en almacenes. «Comenzamos en el suelo, sentadas sobre paja. Allí confeccionábamos la fruta y daba lo mismo frío, horario o derechos y ni siquiera se nos presentaba a la seguridad social. Necesitábamos trabajar, así que teníamos la opción de ponernos a servir en una casa o ir al almacén. Muchas empezábamos a trabajar antes de los 14 años», comenta Carmen Vilar, una jornalera de Quartell.

El 90 % de las trabajadoras de la Vall de Segó se inicio laboralmente en la confección de la fruta, con salarios por debajo de la mitad que los hombres y con jornadas interminables. Las trabajadoras de Les Valls han luchado por sus derechos y, tras casi un siglo, la mujer ha vencido la brecha salarial en el almacén.

Con este telón de fondo, el documental Passat, present i futur en clau de dona, impulsado por el Ayuntamiento de Quartell, da la voz a estas trabajadoras, que recuerdan su mundo laboral como un camino de conquista de derechos. La tarea de la mujer en los almacenes de naranja sigue siendo la misma desde la selección de la fruta hasta la confección de las cajas, las bolsas o el tipo de envasado propio del mercado actual. «Ahora cobramos lo que determina el convenio y las horas se pagan igual tanto si eres mujer como hombre, así que ya no podemos hablar de brecha salarial», según valoran las encargadas de los almacenes.

«La labor de la mujer en los almacenes es fundamental. Aquí no contamos con graneleras, todo pasa por las manos de las encajadoras», apunta Rosabel Gaspar, encargada de Nimfrut. «Generalmente, trabajamos por parejas. Las más mayores o antiguas en la empresa, a quienes se les reserva el trabajo menos duro, y las más jóvenes, que acarrean las tareas más pesadas», apunta Mª Carmen Soriano desde Tamasa. Por su parte, Maria Jesús Garcia, encargada de Frutafro, recalca la necesidad de incrementar el jornal de las trabajadoras, a pesar que ya se ha saldado la brecha salarial.

De 12 pesetas a 8,06 euros

Las mujeres de Quartell recuerdan cobrar alrededor de 12 pesetas en la primera mitad del siglo XX, un salario que en los años 50 pasó a las 40 pesetas y en la década de los 70 alcanzó las 100, mientras el actual convenio estipula un sueldo de 8,06 euros la hora y 9,67 las extraordinarias. Lo que no ha cambiado son las largas jornadas de trabajo, aunque acompañadas ahora de cobertura sanitaria y conciliación de la vida laboral y familiar.

«Yo creo que es uno de los trabajos más importantes en la historia económica de Les Valls. Sin la mujer no hubiese sido posible. Trabajábamos mucho, no teníamos ningún derecho y comíamos de lo poco que había. Ahora las veo que van al almacén bien vestidas, comidas e incluso pueden pedir reducciones para cuidar de sus hijos, algo impensable hace 50 años», añade Fina Sanchis.

«Hemos querido reconocer el camino protagonizado por la mujer, muy especialmente en la economía de Quartell, puesto que incluso en estos años pasados de crisis, la mujer ha sido en muchas ocasiones el sustento de la familia», apunta Helga Torrente desde el Ayuntamiento de Quartell.

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