Acudir al concierto de Juan Perro con la esperanza de escuchar gran parte del repertorio de Radio Futura debió suponer una decepción para quienes se trazaron ese objetivo el sábado. Pero poder disfrutar de la propuesta musical que despliega Santiago Auserón supliría con creces las expectativas frustradas. Frustradas no del todo, porque todavía hubo espacio para dos de las canciones del mítico grupo: Semilla negra para el cierre en falso del recital, y Annabel Lee para el broche definitivo, en los bises, a una actuación de dos horas.

Arropado por dos músicos de ensueño, Juan Perro desplegó el sábado en Nits al Castell sus dotes de orador privilegiado. Histriónico y culto, utilizando giros de castellano antiguo, introdujo alguna de sus canciones con largas y delirantes anécdotas. Como la de Louis Armstrong y su viaje a Nueva Orleans para dar paso a Pies de barro o la de las calles de Nápoles con la que introdujo El forastero. El recital había arrancado frío con Los inadaptados porque la humedad destempló las guitarras, sobre todo la de Juan Perro, quien tardó dos o tres piezas en ponerla fina. Pero ya fue todo rodado con En la frontera, El mirlo del pruno, El forastero, Nada, De un país perdido, A morir amores... Con ésta, del último disco, el músico invitó a los espectadores a cantar el estribillo. Lo haría más tarde de nuevo con otra de las piezas, en este caso con una divertida distribución por sectores para las palmas, el estribillo y el coro (uh, uh; uh, uh...) que salió considerablemente bien.

Completaron la primera parte Arenas del Duero, Perla oscura, La mala fama, Río negro (que dio paso a Semilla negra) pero, sobre todo, sonaron potentes Agua de limón, esa oda al buen rollo que este doctor en Filosofía ha convertido en la pieza central de sus últimos recitales, y la romanticona Luz de mis huesos. Para los bises, Aire y El viaje (dos de sus últimas canciones, dadas a conocer en esta gira) y una Annabel Lee casi a capela en la que este señor de gran voz y 64 años (que no aparenta) enardeció a los espectadores más nostálgicos.

Dos virtuosos al lado

Joan Vinyals a la guitarra eléctrica y Gabriel Amargant al saxo y al clarinete estuvieron excelsos. Las canciones del último trabajo de Juan Perro están desnudas en el disco; sólo guitarra acústica y voz. De ahí que este ropaje sonoro añadido las enriqueció. Los solos de ambos fueron de un virtuosismo total. El cantante arrancó a hablar en valenciano y dio las gracias al Ayuntamiento de Xàtiva «por la confianza» y al público por ir al castillo a verle. «Podéis increpar a los juglares», advirtió al principio. Pero la corte sólo tuvo que ovaciones sonadas para un músico excepcional.