Las excavaciones en el yacimiento íbero de la Bastida de les Alcusses de Moixent se han adentrado en su tercera y última semana. Hasta ahora, la campaña anual de 2018 ha sacado a la luz nuevos hallazgos que permiten profundizar en el conocimiento sobre la vida doméstica de los antiguos pobladores. El extenso equipo del Servicio de Investigaciones Prehistóricas (SIP) dirigido por Helena Bonet y Jaime Vives-Ferrándiz ha retomado este verano los trabajos donde se dejaron en 2017: en un amplio sector de casas situado entre la calle central y la muralla oeste del poblado en el que se centran las investigaciones de los arqueólogos desde hace una década. De momento, se han abierto 800 metros cuadrados del barrio y se han documentado tres fases de ocupación diferentes entre los siglos V y IV aC. La organización de las casas, los cambios experimentados en la forma de vida de generación en generación y las prácticas agrarias, culinarias y culturales de los moradores guían la búsqueda de los especialistas 87 años después del descubrimiento del famoso Guerrer de Moixent.

La primera semana de excavaciones se cerró con una revelación importante. Los arqueólogos documentaron el incendio de una casa y el derrumbamiento de su techo en un enclave donde se encontraron fragmentos de barro que conservan el negativo del entramado vegetal que cubría la vivienda. Según informó el Museu de Prehistòria de València, estos datos se suman a la vasta información ya recopilada sobre los espacios domésticos en las diferentes partes del yacimiento. Los habitantes de la Bastida vivían y trabajaban en casas de una sola planta con zócalos de piedra, alzados de ladrillos y techos planos, hechos de paja y rollizos de madera, que pudieron utilizarse como superficies de uso, según apuntan los expertos. Las pruebas de la destrucción de la casa podrían ayudar a comprender los motivos del precipitado y forzado abandono del poblado, un episodio todavía lleno de claroscuros que suele vincularse al enfrentamiento entre grupos ibéricos en una zona estratégica.

Durante la segunda semana de excavaciones, aparecieron unos fragmentos de un gran molino rotatorio de piedra, que constituía una auténtica «novedad tecnológica» en el siglo XVI en esta zona del Mediterráneo y que vino a sustituir a los molinos de vaivén para incrementar la producción de harinas. La piedra empleada procedía de las canteras de Montesa situadas a unos 25 kilómetros del poblado de la Bastida, un fenómeno que revela la explotacón de los recursos de un amplio territorio. La gran cantidad de molinos documentos indican que el cereal y la harina constituían la base de la alimentación de la comunidad humana de Moixent.

Punta de lanza en óptimo estado

Esta tercera y última semana de excavaciones se ha iniciado con el anuncio del hallazgo de dos fragmentos de hierro «en un excelente estado de conservación» que formaban una punta de lanza de hierro con nervadura central. Se trata de un arma ofensiva cuya empuñadora era un mango de madera que ha desaparecido. A partir del VI se intensificó la metalurgia del hierro para la fabricación de armas en el Mediterráneo occidental mediante una artesanía especializada. La pieza se suma a la gran cantidad de armas aparecidas en el poblado, que lo han convertido en el asentamiento que más información aporta sobre el armamento ibérico en los siglos V y IV a.C