Dice Lorena Galdón que Millares «es un bonito pueblo de montaña, que goza de extraordinarios parajes que están por potenciar. Tenemos un diamante en bruto, que por sí mismo ya brilla por su belleza, pero que tenemos que cuidar, mantener y saber enfocar para que sobreviva, por lo menos, con los recursos de los que disponemos a día de hoy, y hacer que no los perdamos por el camino», asegura. Y la pervivencia del horno, que lleguen familias al pueblo, se queden a vivir y matriculen a sus niños en el colegio o que florezca el turismo rural es la única manera de garantizar la supervivencia de Millares, una localidad con demasiadas amenazas sobre su futuro. Lorena sueña con ello. «Cerrar el horno sería una gran pérdida que espero no llegue a ocurrir», afirma. «El pueblo se va apagando poco a poco, sin poder hacer mucho por remediarlo», recalca esta enamorada de Millares.