Corría el mes de agosto de 1943, y tras la celebración del cuarto año de la Victoria, parecía que el fascismo no iba a adueñarse del mundo. Las tropas nacionalsocialistas retrocedían por primera vez en Rusia y el Norte de África, y las democracias anglosajonas se disponían a reconquistar Europa Occidental, mientras España pensaba ganarse las simpatías de los aliados con la retirada de la División Azul. Ante la cambiante coyuntura bélica, los franquistas fueron abandonando tímidamente el totalitarismo de saludar con el brazo en alto para convertirse en un Movimiento Nacional, de raíces autóctonas, reserva espiritual del catolicismo ante los embates del materialismo.

Era tiempo de paz en Xàtiva y España, pero también de autarquía, hambre y represión de los vencidos. Ante tanta tristeza, las autoridades competentes del Ayuntamiento de Xàtiva quisieron insuflar fortaleza espiritual en los ánimos de la población civil, y publicaron bandos en los que se anunciaban extraordinarios festejos cívico religiosos dedicados a su excelsa Patrona, la Señora Virgen de la Seo, con motivo de la bendición de la nueva imagen titular. Las anteriores habían sido fusiladas, decapitadas y quemadas, en la horrorosa noche del 25 de julio de 1936, cuando huestes de incontrolados convirtieron la Colegiata en una pira de fuego para borrar de la historia la religión, considerada como el opio del pueblo, y aliada de los poderes opresores, que en teoría legitimaban las miserias de unos trabajadores, que no querían tener ni Dios, ni patria, ni patrón.

Se destruyó la imagen titular bajomedieval, los dos pasos procesionales, y solo se salvó la imagen de arcilla que se situaba en el templete del campanario, además de la corona chamuscada y algunas joyas que fueron halladas entre las cenizas de las hogueras con las que se profanó el lugar más sagrado para una inmensa minoría de setabenses, que no formaban parte de la casta opresora a la que se quería eliminar, como a la Virgen de la Seo, cuyos verdugos nunca identificaron como la Madre de los Desamparados.

Finalizada la Guerra Civil, uno de los objetivos prioritarios del nuevo régimen fue recuperar los elementos de devoción popular y símbolos religiosos de Xàtiva destruidos por la jacquerie ácrata. Y no de cualquier manera, sino con una parecida calidad al patrimonio destruido, aunque eso ya fuese ya del todo imposible. En tiempo récord, y por suscripción popular entre los setabenses, se reunió el dinero suficiente para encargarle una nueva imagen a un escultor de prestigio como Mariano Benlliure, y poder a la vez sufragar los gastos que permitiesen darle una gran bienvenida. Las autoridades falangistas decretaron seis días de fiesta, que abarcaron desde el sábado 31 de julio hasta el viernes 5 de agosto, con el objetivo de ganar más adeptos al bando de los sublevados, y plantear el conflicto civil como una guerra de liberación del terror rojo que quemaba iglesias

Las celebraciones empezaron con el traslado del patrón de Xàtiva, desde la ermita de Sant Feliu hasta la Seu, donde se le cantaron unos gojos, para por la noche realizar una serenata en honor a la Virgen, como si Sant Feliu esperase la llegada de la patrona. Al día siguiente, domingo 1 de agosto, se celebró la tradicional fiesta en honor al santo, con su despertà, misa mayor, partido de fútbol, y por la noche, otra serenata, acompañada de traca de colores. El lunes, dia 2, sólo se llevo a cabo una dansà, y el martes, se realizó una gran cabalgata en honor a la Virgen donde participaron las corporaciones más importantes de la nueva Xàtiva, con carrozas representativas de las sociedades agrícolas, las fallas, las bandas de música, de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, único sindicato permitido, los dirigentes de la Falange, las máximas autoridades militares, y el ayuntamiento al completo. Por la noche, en la Albereda, se cantaron rondallas y actuaron grupos de bailes regionales.

El dia 4, jueves, no cesaron de repicar las campanas de todas las parroquias en diferentes horas del día, como anunciando la pronta llegada de la Patrona de Xàtiva. Y para darle la bienvenida fue necesario adecentar toda la ciudad y sumergirla en un ambiente festivo. A través de un bando municipal, se anunció en los días previos a la celebración del evento, un gran concurso de decoración de calles. Fachadas y balcones deberían ser engalanados con todo tipo de flores y adornos para honrar a la nueva imagen que recorrería todas las calles de Xàtiva, antes de entrar en su casa, la basílica de Santa María, popularmente conocida como la Seu. Llegó por la tarde, tras la finalización del concurso que premió las mejores decoraciones. Se llevó a la Santísima Virgen por toda Xàtiva, y la comitiva formada solo por los concejales del ayuntamiento, oficiales del ejército, y las jerarquías del Movimiento Nacional, la entraron a hombros en la Seu, después de una breve ceremonia en que la imagen fue bendecida, ante los atónitos ojos de una población setabense que llenaba la plaza de Calixto III. Y tras depositarla en el altar se rezó un rosario multitudinario, y se hizo sonar de nuevo el himno que José Ramírez le compuso junto a José Hinojosa para celebrar el decreto del pontífice Pío XI, por el cual oficializaba la proclamación canónica de la Vírgen María como patrona de Xàtiva, y que la muchedumbre congregada podría de nuevo cantar sin miedo a represalias.

Por último, el jueves 5, fue el día de la fiesta grande. Misas desde el alba hasta la hora del Angelus, momento en que se realizó la misa mayor con sermón de un orador expresamente traído para la ocasión. Desgraciadamente, ni el nombre ni el contenido del discurso han llegado por el momento hasta nosotros. Por último, a las siete de la tarde, gran procesión general en que la nueva imagen de Santa María volvió a recorrer toda la ciudad, con el disparo de tracas en señal de júbilo, porque la Patrona regresaba a Xàtiva para quedarse. A partir del día siguiente, se permitieronlas visitas de asociaciones y particulares, que pudieron acercarse a contemplar y saludar a la Virgen durante los intermedios de las innumerables ceremonias religiosas que se llevaron a cabo en aquel mes de agosto de 1943, fecha de arranque del llamado nacionalcatolicismo, donde la política se adueño de la religión, y secuestró a la Patrona de Xàtiva, como si fuese una diosa guerrera, y no el símbolo de amor cristiano de una madre hacia sus hijos.