La lluvia hizo acto de presencia ayer en la fira en torno a las once y media de la mañana. Fue apenas una «arruixà», pero con el cielo encapotado y las previsiones de tormenta vigentes, hubo quien se temió uno de esos chubascos intensos aunque poco duraderos tan típicos del mes de agosto. Y de hecho, afloraron los primeros paraguas (en la imagen, ayer). Por la tarde, el alcalde admitió que había mucha preocupación por el acto de la cena de jubilados y el homenaje a Bruno Lomas posterior, ya que en la Murta se daban cita anoche 1.400 personas para cenar al aire libre. Finalmente, al cierre de esta edición la lluvia no había hecho acto de presencia y la cena se desarrollaba con normalidad.