El alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, dijo ayer que la primera valoración sobre el desarrollo del programa de actos de la Fira «ha de ser claramente positiva; los actos han tenido una gran respuesta a nivel de asistencia y participación. Y la cantidad de gente que vino a Xàtiva el martes fue espectacular», dijo ayer. También resaltó el acto inaugural, que tuvo un broche final inesperado (una acróbata suspendida en el aire sobre un aro ligado a un conjunto de globos, que recorrió todo el terreno de juego) «y que creemos que fue del gusto de casi todos, y salió muy bien», resumió.

Hay un aspecto, sin embargo, que ya está en boca de todos. Si el traslado al último día y al recinto de la Fira de Bestiar, ya despejado, de la Festa de les Paelles había desplazado del centro urbano aquel botellón de grandes proporciones que era esa fiesta cuando se celebraba en la Murta, ahora parece que hay otro lugar proclive a la ingesta masiva de alcohol: la carrera de motos. El alcalde admitió ayer que sí que se detecta esa tendencia, y dijo que «la carrera no es cosa nuestra, es del Club Moto-Ruta. Por eso cabe decirles, y unirnos a ello, que hay que hacer un llamamiento a la gente y recordarle que ha de ir a esa carrera a divertirse y a ver una competición, no a emborracharse. De todas maneras —agregó— aunque no quiero minimizar lo que sucede, no consta ningún coma etílico ni ningún altercado», quiso destacar ayer. Sí que es cierto, en cambio, que la fiesta se prolongó después de la carrera en espacios como la plaza del Mercat y decenas de bares. Y en el primero de esos lugares, hubo al menos dos peleas de importancia.

Cerdà insistió en que cabe corregir esas cosas y se mostró esperanzado en que el Moto-Ruta pueda reconducir la situación ya que «con el tema de medidas de seguridad en una carrera urbana, donde existe una normativa tremendamente exigente, el club ha cumplido a rajatabla. De hecho, si no fuera una prueba tan segura pese al sitio en el que se desarrolla, la federación ya haría tiempo que no permitiría que se hiciera».