El catedrático de Geografía Artemi Cerdà encabezó el sábado una expedición abierta a la ciudadanía por los terrenos del incendio de Lluxent junto a otros expertos, para comprobar la evolución de la superficie y debatir con los asistentes. «Es una desgracia enorme, pero ecológicamente los territorios mediterráneos están adaptados y la mayoría de veces se recuperan bien». Cerdà señala en la zona de la Drova el punto más preocupante por el movimiento de tierras, aunque, por lo general, no observa graves problemas de erosión en todo el perímetro. Una circunstancia que podría cambiar si se produce «una tromba extraordinaria de lluvia», puesto que «todo es más endeble». Desde el punto de vista botánico, el científico resalta que «las especies más importantes se están recuperando adecuadamente», como ya constató el informe del CEAM. En la zona se observan «esparragueras de un metro» y los emblemáticos alcornoques de El Surar comienzan a rebrotar en altura, así como también la coscoja, el lentisco y muchas herbáceas.

Cerdà sostiene que la recuperación «está siendo buena porque se ha mantenido en gran parte el matorral mediterráneo», aunque ve más incierta la evolución de la zona de pinar, que «de momento no ha revivido porque no tiene especies que le permitan crecer». A partir de primavera se regenerará, pero podría producirse un problema de excesiva concentración, lo que obligaría a intervenir, eliminando pies. El catedrático apuesta por actuar ya para proteger el suelo más degradado y evitar escorrentías con la colocación de colchas de paja. También cree que las bolas de paja podrían ayudar a la recuperación de la fauna que se ha quedado sin comida. Cerdà considera clave la ausencia de políticas contra el abandono rural y echa en falta más inversión, investigación y concienciación de los jóvenes, a los que habría que implicar en la regeneración, junto a vecinos y colectivos. El científico es partidario de las quemas controladas y de no tomar el fuego como enemigo: «Siempre ha estado en la naturaleza».