Jordi y Mary vivían a más de 160 kilómetros de Millares (la Canal de Navarrés), pero cuando les llegó la noticia de que el único horno de este pequeño pueblo de 350 habitantes amenazado por la despoblación estaba a punto de desaparecer por la jubilación de sus propietarios, no se lo pensaron: cogieron las maletas y dejaron Benidorm para labrarse un nuevo futuro. Esta misma semana han tomado las riendas del histórico Horno de Filiberto, popular por su larga trayectoria y por sus productos típicos artesanales, que constituyen un reclamo en la zona.

Jordi, volcado en el oficio de panadero desde que inició su etapa laboral, se vio obligado en abril a bajar la persiana del establecimiento que regentaba en una zona de difícil clientela de Benidorm: la cosa no funcionó. Aunque tuvo otros empleos, la campaña iniciada en Millares por Lorena Galdón, la hija de los propietarios del Horno de Filiberto, le animó a emprender un nuevo proyecto lejos de su hogar.

El impacto de la iniciativa es indudable. Lorena lanzó en agosto un SOS a través de las redes sociales y de las páginas de este diario alertando de lo que podía entrañar para Millares (en pleno proceso de declive demográfico) la pérdida de uno de sus pocos negocios en activo, inscrito como una seña importante de la identidad local junto a su surtido gastronómico típico del lugar. Por eso, la hija de los dueños se ofreció a ayudar a los nuevos panaderos en todo lo necesario y fijó el alquiler del horno y la vivienda situada en su parte superior en 500 euros mensuales.

Lorena, que ejerce como médico en Castelló y no puede hacerse cargo del establecimiento, respira ahora aliviada: su empeño por salvaguardar su continuidad ha cosechado frutos. La llama del horno de leña no ha estado apagado ni un solo día laboral. Fueron varios los pretendientes que se interesaron por el local, pero, después de una pequeña entrevista, Jordi y Mary han sido los seleccionados. Tienen 34 y 30 años respectivamente y se muestran muy ilusionados y motivados con el reto.

Jordi tiene experiencia previa en el mundo de la panadería y la pastelería, mientras que Mary también ha trabajado en establecimientos de comida. ¿Cómo es el tránsito de residir en una ciudad de 66.000 habitantes a hacerlo en un pueblo de menos de 500, alejado de los grandes núcleos de población? «Tenemos todo lo que necesitamos para vivir: para nosotros no es un problema», responde Mary. La fama del horno ayuda y la clientela, también. «La gente de Millares nos ha recibido muy bien. Ayer Jordi hizo unas ensaimadas y parece que han gustado, porque se han vendido todas. Las empanadillas también han funcionado», cuenta la dependienta. «Es muy gratificante para nosotros haber encontrado a alguien como él. Lo suyo es pura vocación», señala Lorena, que desea a los nuevos panaderos «que tengan una gran acogida en el pueblo». «Estamos seguros de que lo harán fenomenal, innovando y dando un aire nuevo a este horno tradicional, sin dejar de lado la elaboración artesanal de todos vuestros productos», apostilla.

Degustación de bienvenida

Durante los primeras días de transición, la pareja está todavía tanteando a la clientela, aunque su idea es mantener los productos típicos que ofrecía el Horno de Filiberto sin dejar por ello de lanzar recetas propias. «Los anteriores dueños se han ofrecido a enseñarnos y a ayudar», subraya Mary. Aunque la pareja nunca había estado antes en Millares, ya conocen algunos de los muchos encantos naturales del municipio, rodeado de montañas, y están deseando visitar sus parajes. «Llegamos el sábado y no hemos tenido tiempo de nada, pero nos han hablado de las cuevas naturales y de las pisadas de Dinosaurios», indican.

Para celebrar el final de la etapa laboral de los anteriores propietarios y dar la bienvenida a Jordi y Mary, hoy habrá un almuerzo-degustación al que están invitados todos los vecinos de Millares y todo aquel que quiera saborear los productos tradicionales del pueblo, que por suerte seguirán confeccionándose como siempre.