Se fue sin cumplir una de sus obsesiones: pintar su último cuadro, pero si la imaginación es siempre la que le da sentido a una obra pictórica, las suyas siempre han cobrado una la fuerza exorbitante. EL viernes se inauguró en la Sala de las Columnas de la Casa de la Cultura de Xàtiva la exposición en homenaje al artista Rafael Gómez Aranda, casi un año después de su fallecimiento repentino, el pasado 8 de octubre. Un espacio en el que las nuevas generaciones pueden entender qué ha supuesto para Xàtiva este pintor, ilustrador, cartelista y grabador.

Las obras de Gómez Aranda son una oda a lo extraordinario de la cotidianidad. Elementos tan usuales como vestidos, puertas, bolsas o calcetines se tornan innovadores bajo el trazo de Aranda, que supo contextualizar la tradición de una forma moderna. Una cincuentena de trabajos entre los que también destacan rostros o cuerpos de mujer, cruces, peces, reminiscencias religiosas y sobre todo carteles del Corpus, que ilustró hasta en ocho ocasiones. Todo combinando composición, luz y color, el cóctel que hizo único a este apasionado pintor y docente.

Durante la inauguración de la exposición, visitable hasta el próximo 13 de octubre, hubo momentos para emocionarse. Por el atril fueron desfilando sus amigos y familiares para dedicarle unas palabras de recuerdo y admiración. El concejal de Cultura Jordi Estellés destacaba la trayectoria artística y cultural de un maestro al que tuvo la suerte de tener como alumno, mientras que la viuda del artista, Esther Pérez, destacó su faceta más personal y lo sentido de su pérdida. Gómez Aranda dejó un vacío que también reconoció uno de los comisarios de la exposición, Ramon Ortolà, quien recordó el papel polifacético de un excepcional dibujante, que supo guiar su obra a través de la narración figurativa y de la pintura matérica. «El artista no es aquel que está inspirado en las noches oscuras, sino el profesional con capacidades y formación que no es más que un trabajador del arte, y eso era precisamente Rafa», recordó. Incluso el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, se emocionó al rememorar su figura. «Cuando pensaba en un artista, pensaba en Rafa. Gómez Aranda fue mi primera aproximación al arte cuando era pequeño», explicó Cerdà, que recordó el obsequio que le dispensó en su primera comunión: un grabado.

La huella de Rafael Gómez Aranda ha sido tan profunda que la familia ya prepara una donación de su obra para el ayuntamiento. Quien sabe si para que, en un futuro, el artista también tenga su rincón en el Museu de Xàtiva.

La carta de Tirant a Blanc

Entre los que tomaron la palabra anoche también estuvieron sus compañeros de Tirant a Blanc,el grupo creado en 2001 por Ricard Juan, Francesc Perucho, Ernesto García y Rafa Gómez, todos ellos profesores de secundaria, que tenían el objetivo de reflexionar sobre la pintura y expresarse de forma colectiva. Ricard Juan fue el encargado de leer una misiva dedicada al artista «allá donde esté», y en la que entre otras cosas también se hizo referencia a una cita que el artista repetía con cierta asiduidad: «La procesión es larga y el cirio corto». En el caso de Rafael Gómez Aranda, la procesión ha sido un tanto corta, pero el cirio continuará durante mucho tiempo encendido en forma de recuerdo a una impecable trayectoria.