El arquitecto-conservador del castillo de Xàtiva, Vicent Torregrosa, se mostró ayer partidario de eliminar el conjunto neogótico de origen residencial construido por Gregorio Molina a mediados del siglo XX en la parte central de la fortaleza porque, a su juicio, desentona con la estética global y desvirtúa el recinto amurallado. La intervención del especialista en el congreso temático sobre los castillos que esta semana alberga el convento de Sant Domènec de Xàtiva desembocó en un estimulante debate acerca de qué hacer con esas dependencias que en su día constituyeron un tercer castillo y que ahora recrean la antigua vivienda y dan cabida a un restaurante, entre otros elementos.

La discusión se abrió cuando un asistente del público preguntó a Torregrosa si se ha pensado en «deshacer, derribar o recuperar la parte neogótica que falsea el edificio y no tiene ningún valor histórico ni artístico». El arquitecto, que ejerce como conservador del castillo desde 1992, recordó que el derribo del chalé fue «lo primero que se dijo a la Conselleria de Cultura» cuando ésta asumió la propiedad de la fortaleza en 1989. Según Torregrosa, el edificio en cuestión «no tiene valor». «Es un trampantojo de los años 50, una mentira» que, añadió, representa la primera imagen que se lleva el visitante a la entrada del castillo.

El arquitecto recalcó que ha redactado una memoria en la que pide no intervenir en las almenas de esta parte de la fortificación pese a su mal estado y el riesgo de desprendimientos. «He dicho que no las consoliden, sino que las quiten, porque es algo que está para derribar. Los que ahora deciden no lo tienen claro, pero yo sí. Si eso es histórico, todo es histórico», sentenció. «Yo no hago lo que quiero, propongo cosas y me lo aprueban o no después de discutir con unos y otros», incidió.

El otro ponente de la mesa, el arquitecto Santiago Tormo, que también ha trabajado en la restauración del castillo desde el año 2000, se sumó a la discusión para ofrecer una visión más templada. «Si quitamos el chalé de Gregorio, sería un shock para la gente de Xàtiva volver a una fábrica compacta lisa de castillo medieval: habría mucho que debatir», advirtió. Pablo Camarasa, historiador que presentó la mesa, tampoco se mostró muy partidario del derribo. «Sería una intervención muy delicada. Después de 60 años se ha convertido en parte de la imagen de la ciudad, aunque sea postizo».

En su ponencia, Torregrosa desgranó las intervenciones que se han desplegado en el castillo de Xàtiva en las últimas tres décadas siguiendo el Plan Director que identificó 65 puntos de actuación por orden de prioridad. Muchos tramos todavía aguardan las inversiones de la administración, que llega demasiado en cuentagotas. El arquitecto narró la «odisea» que supuso el trabajo previo de sectorización de las murallas y documentación y defendió la línea conservacionista emprendida. El secreto, según el experto, consiste en «leer las paredes» sin «rehacer nada en cuestión de estilo», sino manteniendo la estética original.

Tormo reivindica al conservador

En su turno de intervención, Santiago Tormo ensalzó y reivindicó la continuidad de la figura del conservador como garante del proceso de restauración de los monumentos y eje que «ha de centralizar todo el conocimiento, reflexionar y decidir». Una responsabilidad «llena de sufrimiento» en el caso del castillo de Xàtiva, por la amenaza de desprendimientos y por la «lucha continua» con la burocracia de la administración, contra quien se ha de bregar por cuestiones como que la obra «no se la quede la empresa más barata, sino la que mejor sepa hacer cosas».

El doctor en Arquitectura lamentó que el poco dinero que llega al castillo ha de destinarse a obras de consolidación de elementos en riesgo de derrumbe o para restaurar tramos que ya han caído, lo que obliga a aplazar sine die las posibles intervenciones de mayor calado orientadas a la recuperación de espacios interiores desaparecidos con los años. Torregrosa resaltó que todavía queda mucho por hacer del Plan Director.