El arqueólogo setabense Enrique Gandia sabe lo que es levantar un castillo en ruinas y convertirlo en un ejemplo de dinamización turística. El especialista intervino ayer junto al arquitecto José Manuel Climent para desgranar las claves del rápido proceso de transformación de la fortaleza de Cullera, del que fueron artífices los dos desde sus respectivas responsabilidades. Gandia, director del Museu d'Historia i Arqueologia de Cullera, se remontó a principios de siglo para señalar que, en un momento en el que «la mayoría de castillos valencianos están en una situación lamentable, necesitados de urgentes actuaciones», la localidad de la Ribera apostó por el monumento y logró canalizar una sangría de ayudas procedentes de las administraciones provincial, autonómica y estatal para desplegar un inversión de 6 millones de euros a través de diferentes programas que, en un plazo de cuatro años, hicieron del ruinoso conjunto arquitectónico, prácticamente en estado de abandono, un espacio visitable por el que hoy transitan 40.000 turistas cada año. Gandia repasó el «intenso trabajo» y el «esfuerzo brutal» que supuso coordinar todas las inyecciones de fondos públicos, mientras que Climent diseccionó las sucesivas intervenciones que fueron desplegándose en la fortaleza desde que se puso en marcha el Plan Director de recuperación, en 2005.

Impulso dinamizador

El arquitecto incidió en la hercúlea labor del Ayuntamiento de Cullera para recabar la costosa financiación necesaria. Los trabajos fueron acompañados de la ejecución de infraestructuras, instalaciones y accesos para hacer visitable el espacio, puesto que, una vez restaurada la fortaleza, el paso siguiente (el más complicado) fue dotarla de contenido. Gandia subrayó que se optó por la idea de explicar la evolución de la ciudad y del propio castillo, que pasó a albergar las instalaciones del museo arqueológico. La Torre Major también fue objeto de una operación de cirugía que hizo su interior visitable sin dañar la estructura. La dinamización turística del monumento se completó con audivisuales, rutas de senderismo que parten del centro de Cullera, conciertos, visitas escolares y talleres. Gandia recalcó que el castillo de Cullera no es comparable al de Xàtiva tanto por las condiciones orográficas (el de Cullera mira al mar) como por sus dimensiones (es mucho más pequeño). El de la Ribera recibe la mitad de visitantes y su principal enemigo, según el arqueólogo, es la playa.