El 14 de abril de 2010, una empresa de cámaras frigoríficas y exportación de El Genovés recibió la llegada de un camión que debía descargar unas jardineras de madera para ser almacenadas temporalmente en sus instalaciones. El cargamento, procedente de Xiamen (China), había sido adquirido supuestamente por una mercantil madrileña de jardinería.

La sorpresa del gerente de la firma de la Costera cuando se abrió el contenedor fue mayúscula. En su interior se contabilizaban 222.000 cajetillas de tabaco de contrabando valoradas en 701.700 euros que éste se negó a retirar. La mercancía había despertado en el puerto las sospechas de los funcionarios de Vigilancia Aduanera, que se personaron en los almacenes de la partida del Teular del polígono de Genovés.

Ocho años después de los hechos, el intermediario que contrató la cámara frigorífica donde debían depositarse las «jardineras», ha sido condenado por la Audiencia Provincial a 6 meses de prisión, 60 jornadas de trabajo en beneficio de la comunidad y a una multa de 352.000 euros por un delito contra la propiedad industrial y otro de contrabando. Además, ha de indemnizar con 81.752 euros a la Administración Tributaria y a la tabacalera Philip Morris.

Los cabecillas de la operación no han podido ser descubiertos hasta la fecha. El acusado, señalado como coautor, contactó con la empresa de El Genovés por cuenta de un tercero que, a su vez, decía actuar en nombre de la mercantil Hiedra Jardinería, SL. Según la sentencia, cuando el gerente de la firma de El Genovés comprobó el interior del contenedor y descubrió el engaño, exigió explicaciones al acusado, que le pidió que retirara la carga y que «ya pasarían a recogerla». La mercantil recibió la llamada de un hombre con acento extranjero que trató de convencer al chófer que transportaba la mercancía para reconducirla a Carlet.

Los agentes de la Aduana montaron un dispositivo de vigilancia en la nave de El Genovés, pero los responsables del pedido no se presentaron, por lo que el tabaco fue decomisado y destruido. Las cajetillas incautadas correspondían a las marcas Golden Eagle, John Player, Malboro Gold y Marlboro, en estos dos últimos caso falsificaciones que iban a ser introducidas en España. La Agencia Tributaria cifró en 600.395 euros la cantidad defraudada en impuestos con la operación.

La defensa del condenado recurrió la sentencia de primera instancia argumentando que no acreditaba la participación de éste en los hechos y que incurría en diveras contradicciones. El recurso cuestionó la «defectuosa instrucción» del caso y señaló que el acusado fue «un simple peón de los auténticos delincuentes», retratado como «una persona sin estudios y desempleada» que únicamente contrató el uso de la nave de Genovés «para lo que creía que se trataba de plantas y flores». «No se ha podido identificar a los verdaderas responsables y se ha optado por culpabilizar al más débil», insistió la defensa, que trató de demostrar que su representado no conocía al comprador de la mercancía porque se comunicaba por correo y fingió un nombre falso.

La sección 5ª de la Audiencia, sin embargo, ratificó casi íntegramente la condena al intermediario por su «labor de enlace». El juez de instrucción no tuvo dudas de que éste ocultó la identidad de los demás responsables, optando por negar su implicación en el delito.